Pymes periodísticas
Fin a una decisión discrecional e inequitativa
Por Mónica Gutiérrez
La ex diputada, impulsora del proyecto para beneficiar a los portales, recuerda la insólita excusa de Kicillof para excluirlos.

La Cámara de Senadores dio sanción definitiva ayer a la ley de alícuotas escalonadas del IVA para empresas de medios digitales, con lo cual subsanó no un error involuntario sino una decisión discrecional e inequitativa del Congreso que hace dos años limitó la misma ley solamente a los medios gráficos.

Sacar "la ley posible" o hacer "una buena ley" no debieran ser prácticas antagónicas en el Congreso de la Nación. Si pocas veces coinciden no es por otra razón que por las conveniencias políticas de turno, o lo que alguien entiende como tal, que a veces se ponen por encima de los intereses ciudadanos o sectoriales.

Que los diarios digitales tengan menos presión tributaria por parte del Estado no es solamente una política pública para la subsistencia y desarrollo de los medios; se trata de pymes que dan trabajo a profesionales de la comunicación y que hacen posible que haya más canales de expresión periodística y con ello mayor acceso a la información para los ciudadanos

El proyecto de ley había llegado incompleto a Diputados en 2014. Fue debatido en un plenario y antes de su media sanción, las comisiones de Presupuesto y de Libertad de Expresión trabajaron en conjunto con la Secretaría de Medios, los técnicos de la AFIP y hasta la opinión de las asociaciones que agrupan a medios nacionales y regionales (en ese momento aún no se había conformado la Asociación de Periodismo Digital). Como resultado, se hicieron cambios y se incluyeron en el texto final a las "ediciones periodísticas digitales de información en línea", tanto en su actividad de venta (suscripciones pagas) como publicitaria, con una redacción que agregaba inequívocamente -como la ley que ahora aprobó el Senado- sólo a medios de prensa en Internet y excluía a los buscadores y sitios que tienen otras finalidades.

Quedó demostrado, de paso, que la corporación mediática lo es en sentido estricto, sólo "solidaria" entre jugadores de la misma envergadura: si bien compartían la necesidad de reconocer a los portales, en aquel momento la mayor preocupación de las grandes entidades fue obtener algunas subas en los límites de facturación de la escala propuestos por el proyecto original.

Con un proyecto lógico y congruente se arribó a la Primera sesión de julio de 2014 con su tratamiento previsto en el temario, hasta que minutos antes del inicio el entonces ministro de Economía mandó a decir que no se modificaría ni una coma del texto original -enviado por el Poder Ejecutivo- y menos aún consentía que los portales fueran incluidos. "Nos matan todos los días" fue la "fundamentación" que se mandó a decir por terceros, previa intervención (subterfugia, nada de debatirlo) de algún que otro "joven dirigente". Así las cosas, una vez más, la acción del Estado quedaba atada al maniqueísmo, a la ignorancia, al capricho. Ahora no es tan distinto, quizá jamás lo sea.

Los diarios y revistas en papel ya pagaban por la venta de ejemplares la mitad del IVA (10,5 por ciento); desde la ley sancionada en 2014 pasaron a tener una escala de tributación con menores alícuotas de acuerdo a su facturación. Pero antes y después de la ley pueden tributar de la misma manera aún por las facturaciones vinculadas a sus portales de Internet, ya que los tienen como una unidad de negocio más dentro de sus grandes empresas.

Se aprobó entonces, en aquel momento, la rebaja del IVA sólo para los medios en papel, proyecto que el Senado avaló en setiembre de ese mismo año. Al día siguiente de aquel papelón ingresó a la Cámara de Diputados el proyecto completo que resultó con media sanción en noviembre pasado gracias a su inclusión dentro de un paquete de leyes con urgencia por salir y que ahora, finalmente, es ley. Es la tan mentada diferencia entre lo que se debe, lo que se puede y lo que se quiere.

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