Cambiemos
La primavera macrista
Por Martín Rodríguez
¿Están para golpearse el pecho y sentirse fundacionales? ¿Cuántas veces se dijo que el peronismo murió?

En el campeonato abierto de caracterizaciones de Cambiemos que se juega en la vital masa crítica opositora, me permito más que encontrar el adjetivo correcto (si es derecha democrática, derecha genocida o nueva derecha) reconstruir una genealogía de su instalación. Porque, ¿cuál es el miedo? Se puede apelar por vez millón a otra verdad del Arte de la Guerra: "Si conoces al enemigo y te conoces a ti mismo, no temas el resultado de cien batallas; si te conoces a ti mismo, pero no conoces al enemigo, por cada batalla ganada perderás otra; si no conoces al enemigo ni a ti mismo, perderás cada batalla." Conozcámonos.

Cambiemos es la suma de tres partidos: UCR, Coalición Cívica (CC) y PRO; que es el corazón de la coalición Cambiemos. Y tiene una relación paradójica con el 2001. Porque podemos decir que la experiencia que lidera Macri es hija de la crisis y el estallido, ya que Macri "se hace político" recién en 2002/3, recupera una idea de renovación, hace del "que se vayan todos" su programa de incorporación gradual de cuadros del mundo privado, empresarial y el oenegeísmo social para sustituir una clase política repudiada, y a la vez, por izquierda, es acusado de promover un plan económico de ajuste, achicamiento estatal y liberalización económica que podría desencadenar en otro 2001. Macri aparece tan hijo del 2001 pasado bajo su mirada como padre de un 2001 futuro bajo la mirada de los otros. La otra identidad que nació luego de aquel estallido es el kirchnerismo. Pero no perdamos el foco.

Cuando el kirchnerismo enfrentó los cacerolazos de 2012 y arrojó la recordada frase (ya repetirla es trillado) "armen un partido y ganen elecciones", visualizaba que el malhumor social se debía al cepo al dólar ("los que quieren ir a Miami"), que era una realidad híper segmentada de gente que jamás los votaría y que estaban incapacitados socialmente de construir una victoria electoral. No habría metástasis entre esa clase media alta indignada y el resto de la sociedad. Pero había caído ahí en el economicismo, etapa inferior de cualquier análisis. Sembró una profecía peligrosa: porque el macrismo efectivamente estaba construyendo un partido, una organización que vencía al tiempo, capaz de esperar las elecciones que fuera necesario esperar para presentarse y... ganar.

Macri aparece tan hijo del reclamo de renovación de la política del 2001 para los que lo apoyan, como padre de un futuro 2001 productos de un plan económico de ajuste, para los que se le oponen.

El kirchnerismo tenía un partido de Estado manejado con rienda corta, y por debajo, su militancia pura carecía del rigor profesional de construcción de poder. Dependía, como aún depende, de la potencia electoral de Cristina y la estructura institucional del peronismo. Cambiemos, o, en tal caso, el PRO, es la "novedad" partidaria del siglo 21, con una retórica posmoderna a la que los modernos aman odiar, tiene una conducción centralizada y una disciplina partidaria que nos recuerda a los más clásicos de los clásicos partidos políticos del siglo 20.

Pero vamos a su origen inmediato. Lo que nos gobierna hoy tiene su origen más real y espiritual en otras plazas, también con cacerolas: las de 2008, las de la 125, las plazas de la alianza entre las capas medias urbanas y la soja. Las viví como militante. No conocíamos la soja, no habíamos visto un solo silobolsa en la vida, manteníamos un imaginario de vieja oligarquía intacto, y nos desayunamos con esta invasión a la ciudad, el aluvión zoológico chacarero, tecnificado, que mezclaba en la plaza a viejos vinagres del corredor norte urbano con chicos y chicas en ojotas que sus padres desde pueblos y ciudades agrarias habían mandado a estudiar: el campo y los vecinos/ unidos adelante, en ese chancleteo mate en mano que hizo temblar el país.

Macri con la Mesa de Enlace en el 2011, cuando comenzó a darle volumen a su proyecto presidencial.

Kirchner leyó bien que Clarín y algunos medios imantaban los sentidos dispersos en esa revuelta. La soja era el petróleo del kirchnerismo, que la odiaba, porque odiaba lo que necesitaba (como lo supieron Scioli o Moyano). Yuyo maldito! Pero no sólo no sabíamos qué era la soja, cuál era su tejido productivo, la estructura impositiva que los hacía saltar como energúmenos, sino que tampoco sabíamos qué era, de dónde venía ese malón, de qué edificios bajaba esa marea donde algunos le ponían el nombre al gobierno que defendíamos usando una lengua de guerra que creíamos hundida en un sótano policial recuperado: llamaban YEGUA MONTONERA a Cristina. Por Callao, por Santa Fe, Corrientes, 9 de Julio... Clase media contra clase media, cuerpo a cuerpo. D'Elía contra De Ángeli en ese sumo.

En una sinopsis diríamos que en 2008 se rebeló la parte de la sociedad que se autopercibía como la que hacía el gasto para sostener un Estado que a su vez sostenía otra parte de la sociedad a la que percibía como improductiva. Ese subrayado liso y llano funcionó en loop y de modo transversal: contra los vagos, los planes, las industrias subsidiadas o protegidas, los militantes, los becarios, y así. Es el sentido común liberal y popular que une a Espert con el taxista, a un recolector de cebollas con un publicista de Palermo. Y comenzaba allí la conurbanización del peronismo: su repliegue hacia el mundo popular de los cordones industriales o post industriales sumando al progresismo como catequistas del relato.

En 2008 se rebeló una parte de la sociedad que se autopercibía como la que hace el gasto para sostener al Estado que sostiene a otro parte improductiva. Es el sentido común liberal que une a Espert con el taxista, a un recolector de cebollas con el publicista de Palermo. 

El kirchnerismo en la aseguración de ese orden a través de políticas sociales o AUH se desvinculaba del campo (desde la soja hasta las llamadas "economías regionales") y componía la forma de alianza social: pobres y progres. (Incluso, tensando la cuerda con la clase media baja, con los trabajadores que pagan ganancias.) No importa a los ojos de esa rebelión si se inauguraban universidades en el GBA o si la AUH rompía con la fuerza del derecho el llamado "clientelismo" o si abrían Tecnópolis en Villa Martelli, lo que importaba nacía sentenciado por este nuevo "Sujeto": la lucha se libraba entonces entre los que trabajan y sufren al Estado como el Recaudador de Impuestos y los que viven bajo el sostén directo o indirecto del Estado. Separar el Estado de la Nación. (Y el pueblo, ¿dónde está?) Cualquier detalle o matiz, se barría. "Son comandos civiles", les dijo Néstor tratando de traer de la historia la fuerza que el presente le quitaba. Carta Abierta, la primera militancia k y los Camioneros, eran su espalda en ese otoño frío. Al peronismo, como muchas veces, lo apuraban a ser víctima o victimario de Kirchner. Macri, el nuevo jefe de gobierno de la ciudad donde se jugaba el mano a mano, se ofrecía a servir café para que se sienten las partes a negociar. Veía su destino.

¿Cangallo vuelve?

Como un archipiélago más o menos conectado, y aún en la década que el kirchnerismo le dio vida, el peronismo era muchos peronismos: peronismo del Conurbano + peronismos de provincias inviables o demasiado dependientes (como Chaco, Formosa, Santa Cruz) + peronismos más ricos pero autónomos (Córdoba, Salta, San Luis, La Pampa) y algunos en zona gris, como Tucumán o San Juan + el progresismo porteño, ese 20% que nació para votar a Filmus. Síntoma de esta fragmentación (en la que el kirchnerismo es lo más estructurado) es que el gobernador que menos pisó Balcarce 50 en doce años fue el que más pisó el Instituto Patria en los últimos dos. Alberto Rodríguez Saa. Su reciente caída parece un eco de la primavera árabe.

Entonces, ¿cuál es el mapa político del oficialismo en esta elección? La nítida superposición entre el mapa sojero y la concentración del voto amarillo. Se sabe que a medida que ascendés en la pirámide social hay más voto a Cambiemos, que a medida que ascendés en la escala de edad hay más voto a Cambiemos, pero también por estructura productiva: a medida que te acercás a la zona núcleo, la zona de agro-negocios, las ciudades ligadas a la ruralidad, a una cultura cívica que se quiere sacar más al Estado de encima que realizar sus derechos a través de él, se concentra más el voto a Cambiemos. Como dice José Natanson: "la Argentina competitiva contra el conurbano textil".

Schiaretti con su peronismo anti cristinista, cae ante el anti cristinismo más puro de Macri.

Lo que lentamente se va consolidando es el corazón político de una Argentina productiva que identifica su representación sin mediaciones. Esa es la paradoja, por ejemplo, del peronismo cordobés: que Macri tiene su mismo programa, que el más anti cristinista es Macri, y que entonces seguir votando el peronismo autonomista de De la Sota/Schiaretti sería más riesgoso para el elector que ir directamente por el voto amarillo. Votar sin tantas mediaciones, al original. Y al final, esa será la novedad de Cambiemos para la lista de hitos democráticos: demostrarle a la sociedad que se puede gobernar sin el peronismo, sostenidos en el fino equilibrio de ser la representación de un tercio y desestructurar el campo opositor.

Es un partido de clase, aunque dispare un interrogante para politólogos: el único partido político o la única etiqueta nacional es la del partido de gobierno. ¿Siempre fue así? ¿Desde cuándo? Perpetuemos la frase de Ricardo Sidicaro: "en 2001 gritaron que se vayan todos y sólo se fueron los partidos". Muchos politólogos amigos no razonan así. Y comparan que en casi todas las provincias se disputó, a grandes rasgos, el partido Cambiemos contra alguna opción peronista (k, no k, combinados, provinciales, etc.). Cada presidencia parece fundar su propio sistema político alrededor. ¿Están para golpearse el pecho y sentirse fundacionales? Visto así: Cambiemos parece haber organizado y superpuesto intereses económicos, necesidades y conveniencias políticas, y solvencia y transgresión institucional, ¡parecen del siglo 20! Pero esto es Argentina: hoy la foto les sale perfecta. Mañana quién sabe. ¿Cuántas veces se dijo que el peronismo murió? Todas las veces que hizo falta que renaciera. 

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  • 4
    Roberto González Manrique
    29/08/17
    12:29
    los muertos que vos matais gozan de buena salud--- -Ante los cambios mundiales,y las nuevas camadas de militantes jovenes y l.a misma globalikzación agobiante que impide la felicifdad de las mayorias
    -El peronismo sigue siendo la herramienta adecuada para resistir y despues modificar el rumbo politico de suramerica-Como todo cambio llevará tiempo, y la aparicion de nuevos lideres suisbsamnara las debilidades actuales.la unica verdad es la realidad-
    Responder
  • 3
    Pepe Canteros
    27/08/17
    10:32
    La nota es válida asumiendo que Macri decide por el mismo y encarna una idea politico/economica.
    Pero hay que ser muy ingenuo para pensar que un chico que creció a la sombra de papá, sin carácter, sin ideas hoy sea el lider de algo.
    Cae de maduro que Macri es sólo un empleado de los que detentan el poder, entre ellos su padre, Magnetto y media docena de empresarios inmigrantes o hijos de...enfermos de avaricia y que por más que lo intenten nunca serán ingleses. Lo rodea una constelación de trepadores, sujetos sin escrupulos y literalmente delincuentes de guante blanco. La sociedad entenderá esto cuando ya sea demasiado tarde
    Responder
  • 2
    chueconegro
    26/08/17
    16:28
    1946-2016
    peronismo 37 años 53%
    militares 22 años 31 %
    otros 11 años 16 %
    Totales 100% El peronismo se tiene que sacar de encima el castrochavismo,ser republicano.nunca muere.
    Responder
  • 1
    tompad
    25/08/17
    16:48
    Sin duda que Cambiemos es un fenómeno social nuevo. Pero, lamentablemente, para que termine como `lo viejo´ sólo hay que esperar.
    En dos años de gestión, a este ritmo, alcanzará la Argentina de Macri la mitad del déficit en cuenta corriente de la balanza de pagos que acumuló CFK en sus dos Presidencias.
    El proyecto, con pena lo digo, es imposible.
    Responder
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