España
Barcelona, una grieta política marcada por la geografía
Por Lucas Guardo
Los partidos locales buscan la independencia, contra los nacionales que defienden una España Unida.

 

Regreso a Barcelona tras un año fuera, y a las pocas cuadras me quedo perplejo en una esquina de l'Eixample. El paisaje urbano no es el mismo. Al lado de mis recordadas banderas catalanas, ahora lucen - corajudas - banderas españolas. Son minoría, pero ahí están, cara a cara con las catalanas, desafiándose.


Barcelona, una grieta política marcada por la geografía

De la misma forma se viven las elecciones catalanas, que el próximo 21 de diciembre definirán el rumbo del proceso independentista. Una sociedad agrietada, que baila al ritmo de discursos polarizados. La ancha avenida del medio es tan solo una callecita del Barrio Gótico. Es España o Cataluña. Un conflicto que data de 1714, y que en los últimos dos meses tuvo episodios relevantes.

Recordemos que el pasado 1 de octubre, el gobierno catalán organizó un referéndum para decidir sobre su independencia. Lo hizo desoyendo la declaración de ilegalidad del Tribunal Constitucional, el órgano español que ejerce la función de supremo intérprete de la Carta Magna.

Más de 2 millones de catalanes se acercaron a las urnas, en medio de la represión de la Guardia Civil y Policía española, cuyas imágenes dieron la vuelta al mundo. El 89 % dijo que SÍ a la Independencia. Sin embargo, hubo 3 millones de catalanes que no fueron a votar.

El presidente catalán Carles Puigdemont se valió de estos resultados para realizar el 27 de octubre la declaración unilateral de Independencia. A esto le siguió la aplicación por parte del Gobierno de España del artículo 155 de la Constitución: intervención de Cataluña, prisión preventiva a los principales dirigentes independentistas, y convocatoria a nuevas elecciones autonómicas, el próximo 21 de diciembre.

En un contexto de fractura social - con candidatos en la cárcel y refugiados en Bruselas- siete fuerzas competirán por la Presidencia de Cataluña. De ellas, solo Cataluña en Común (un afluente de Podemos) propone el camino del medio: a favor del derecho a elegir, en contra de la independencia. El resto, tanto secesionistas (Izquierda Republicana, Juntos por Cataluña y la CUP) como unionistas (Partido Popular, Partido Socialista y Ciudadanos) condensan su postura en el SÍ, y el NO.

Y esto sobresale en los spots electorales de Ciudadanos y Juntos por Cataluña. Dos partidos liberales de centroderecha que arriban a soluciones opuestas, izando la misma bandera: la libertad. Porque en el conflicto catalán no se discute izquierda o derecha, ni el rol del Estado en la economía.


Lo que marca la antinomia es el eje geográfico que contrapone a los partidos locales y los partidos nacionales. De un lado, formaciones nacidas y que solo existen en Cataluña, que aspiran a gobernarla y manifiestan defender los intereses de los catalanes; del otro, formaciones con representación y proyección en toda España, cuya prioridad es responder a la voluntad de todo el país, que mayoritariamente se expresa favor de un país unido, con Cataluña dentro.

Esta polarización se manifiesta también en las encuestas, que anticipan un escenario postelectoral sin mayoría absoluta de ninguno de los dos bloques. 

Barcelona, una grieta política marcada por la geografía

Es cierto que el independentismo está cerca de alcanzar la mayoría (como lo hizo en los últimos 30 años), pero sería por una diferencia muy justa (ley D´Hondt mediante), y no alcanzaría el 50 % de los votos necesarios para sus pretensiones secesionistas. En ese escenario, ante la eventual organización de un nuevo plebiscito independentista, España ya advirtió que volvería a intervenir, y a convocar nuevas elecciones.

No obstante, gran parte de los sondeos señalan que no habrá mayorías de ninguno de los dos bloques. Es decir que para formar gobierno, tanto la coalición independentista como la constitucionalista necesitarán pactar con Cataluña en Común.

La fuerza apoyada por Podemos- que se opone a la salida binaria del SÍ o NO- tendrá en sus manos la llave de la gobernabilidad del Parlamento Catalán. Y en su spot, precisamente, destaca los objetivos en común de todos los catalanes. Todo haría pensar que la historia tiene final feliz.

No necesariamente. Cataluña en Común ya anticipo que no pactará con ninguna fuerza que pretenda prohibir el derecho a elegir de los catalanes, ni tampoco con aquellas que pretendan declarar la independencia unilateralmente. Justamente, estos son los imperativos de los dos bloques.

Será el momento de dejarlos de lado. De negociar, y consensuar. De la política. De ella pende el futuro del proceso soberanista. De España. Y de la Unión Europea. 

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  • 1
    facebook-10213267423933778
    18/12/17
    17:37
    buen resumen
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