Sindicalismo
La fiesta está por terminar
Por Claudio Gómez
En épocas electorales todo se puede poner en juego, incluso las limitaciones de Coppola, quien jamás soñó que un sindicalista argentino posaría al lado de El Padrino.

Francis Ford Coppola cumple años hoy. Su carrera cinematográfica está exagerada de excéntricas y descomunales creaciones. Sin embargo, su lúcida imaginación, como la de todos los mortales, tiene límites. En un país lejano de Sudamérica, un sindicalista celebró su 75 aniversario de vida con una puesta en escena que recreó la saga de El Padrino junto a 350 personas. Fuera del salón, los curiosos observaron vehículos antiguos que emulaban los mismos automóviles que el FBI inspeccionaba en el inicio de la película en la mansión de Don Corleone.

En épocas electorales, todo se puede poner en juego, incluso las limitaciones de Coppola: El cineasta que no soñó jamás que un sindicalista argentino posaría al lado de la imagen de su más recordado personaje mientras soplaba las 75 velitas.

La puesta en escena no es original. Por estos pagos ya se han hecho otras ambientaciones parecidas. Un conocido letrado platense ungió su estudio como el de la película "El abogado del Diablo". Y debe haber muchas otras decoraciones más humildes tal vez, que no merecen ser recordadas.

El asunto de la fiesta pasó desapercibido para algunos. A fuerza de repetición y descuidos éticos, los festejos suelen ser cuestiones pasajeras para la memoria. Sin embargo, no falta quien las trae a cuento para poner en evidencia que hay sindicalistas ricos y trabajadores pobres. Máxime cuando el gobierno, ahora oficialmente, intenta ponerle un poco de freno a la perpetuidad del sillón gremial de quienes no se sienten ni siquiera rozados por su pasado o presente un poco ominoso.

El periodismo televisivo, ahora ocupado menos por profesionales que por opinadores de entrecasa, juega a sacar del cajón esas viejas cartas que están al fondo y que delatan la verdad objetiva de ciertas conductas contradictorias.

El propio presidente Macri puso en jaque a los conspicuos veteranos "representantes de los trabajadores" y sin eufemismos los trató, junto con algunos empresarios y políticos de integrar un grupo especial: el de las mafias. "No podemos aceptar más comportamientos mafiosos en la Argentina, mafias que están en los sindicatos, en las empresas, en la política y en la justicia", dijo públicamente.

Intratables como son, los opinadores corrieron a esos cajones con las cuentas atrasadas y desempolvaron las hojas amarillas. También las redes sociales hicieron lo suyo. Coppola no imaginó la fuerza de Facebook después de un paro.

En tiempos de la posverdad, parece mentira que una medida de fuerza que detuvo al país durante 24 horas ya parezca lejana. Y apenas han pasado unas cuantas horas.

Será que parecerse a los personajes de Coppola le quita, paradójicamente, dramatismo a las huelgas, porque quienes las hacen se regodean demasiado afanosamente en la figura de Corleone y están dispuestos a vivir en la aceptación de ofertas que no podrán rechazar. Aunque, sin embargo, sus bases las rechazan.

Ora uno ora otro. Como los dioses del Olimpo, los sindicalistas millonarios son sempiternos. Y versátiles. Por ahora, el cumpleañero es un útil dialoguista. Veremos de qué se disfraza más adelante.

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