El 21 de julio de este año nos preguntábamos en La Política Online “¿esta estructura que le permitió a Macri ganar el ballotage y que lo acompaña en el gobierno es la indicada para seguir y enfrentar los desafíos que vienen?. Esta pregunta hecha en el comienzo de cruce del río tiene sus inconvenientes, porque uno no sabe el nivel de profundidad del cauce a medida que se acerca a las orillas del 2017 y 2019. Es indudable que este interrogante adquiere mayor urgencia ante una coyuntura desfavorable en la gestión.”

Una de las razones para este interrogante surgía de “… la insuficiencia de Cambiemos en cuanto a la cobertura de dominio territorial, (Prov. de Bs.As, Mendoza y algunos intendencias) y el acotado número de legisladores en el Parlamento Nacional, provincial y local. Por más que haga alianzas y acuerdos con las provincias, el PRO domina sólo dos territorios, CABA con amplitud; y Prov. de Bs.As.”

Estas notas se confirman con las expresiones de Emilio Monzó de hace unos días; en que claramente planteó su incertidumbre sobre el futuro de Cambiemos; frente al dilema entre marketing vs. territorialidad. Nominalmente la contradicción entre el tándem Durán Barba/ Peña vs Monzó. A la crítica habitual que se hace al verborrágico consultor, se le agrega la figura de Carrió; cada vez más importante dentro de la dirección de Cambiemos. Es indudable que lo que plantea el legislador, tiene mucho que ver con la tensión que se produce en las fuerzas políticas en general; entre la comunicación política, hoy elevada al estatuto de disciplina, y la construcción en el terreno (saber tradicional del peronismo). Esto señala la diferencia entre lo que es una estrategia electoral y la gestión arquitectónica de la política. En esta modalidad de edificación, el actual Pte. de la Cámara de Diputados, devela la escasez y propone como solución la diagonal de la transversalidad al reconocer la calidad y experiencia de algunos dirigentes peronistas.

En aquél artículo, señalábamos más adelante: “Una vez más, en la historia surge la tentación de contar con una pata peronista en el país peronista.”.

La idea política del dirigente del PRO apunta a darle mayor soporte al gobierno; compensando las limitaciones de la alianza electoral triunfadora con la afluencia de fragmentos del peronismo; con el fin de construir poder entre elecciones. A decir verdad, a todo el horizonte político nacional le alcanza la caracterización de escasez. También al kichnerismo que logró encumbrar una alianza electoral ganadora como el FpV pero insuficiente cuando se propone un proyecto de largo plazo; y no se cuenta con el Estado-Partido. Cuando la voluntad política trepa a las pancartas con la expresión “ Proyecto Nacional”, exige la existencia de un soporte estructural de raíz política y social que va mucho más allá de una sigla electoral, por buena que sea. Esta articulación entre proyecto y política orgánica es una deuda pendiente en el kichnerismo y una añoranza en el peronismo. Si ese soporte no existe es urgente ponerse a juntar los ladrillos y preparar la mezcla; sino el único edificio es la consigna.

En pocos días más, CFK reunirá en un acto al conjunto de las agrupaciones políticas y sociales k para constituir y formalizar la convocatoria a un frente ciudadano. Esto significará estimular más la discusión sobre la mejor oferta electoral para la provincia de Buenos Aires; pero también por acá el baldío organizacional es manifiesto.

La producción legislativa y la decisión de diálogo con gobernadores de este año ha sido la parte más productiva del oficialismo, contando con el apoyo en algunos casos del Frente Renovador y algunos legisladores peronistas. No obstante, sufren algunas derrotas como la reforma electoral o las discrepancias sobre ganancias.

A medida que pasen los días Sergio Massa y el resto del peronismo, que también tiene su interna, van a intentar prevalecer en el dominio de la oposición.

Es evidente que Monzó pone en palabra lo que se afirma en silencio: las restricciones políticas del oficialismo. Esto como problema es más pertinente de la reflexión de las Ciencias Políticas, que del marketing de las redes; pensando en una estructuración alrededor de Partidos o polos con anclajes en la sociedad. En los populismos se destaca, generalmente, la presencia de liderazgos carismáticos; tales como han surgido o surgen en el peronismo y otros movimientos populares en los países dependientes. Esos liderazgos operan o deberían operar como facilitadores en la construcción del edificio político; y no en su neutralización. Gran tema ; relación o rechazo entre los líderes y el Partido u organización política dominante.

En la cultura PRO la dirección ocurre bajo la óptica gerencial de la gestión, o sea que es emocionalmente neutro, porque el objetivo es desestimular lo colectivo. Cambiemos se presenta como un republicanismo cuyo propósito es implantar un nuevo individualismo basado en la posibilidad de la felicidad personal con independencia de la equidad y negando el conflicto como constitutivo de lo social.

A lo dicho por Monzó para su propia interna, nosotros agregamos que el macrismo camina por el desfiladero (creemos sin colapso) entre el círculo rojo y la tensión social, y le falta capacidad de poder para construir una gran avenida de consensos. Con la UCR y la CC no le alcanza para ensanchar el camino. Por ahora, Cambiemos es una versión débil del neoconservadorismo; con un despliegue territorial muy centralizado en CABA y el territorio bonaerense. Una prueba de falta de fortaleza; es que no ha funcionado como monitor ante la burguesía nacional o internacional, que solo ofrece sonrisas en los eventos y no saca la billetera; confirmando aquello de que una cosa son los valores y otra los intereses.

Si él gobierno no toma nota de sus flaquezas y trata de repararlas puede ocurrir que toda la parafernalia comunicacional, con el timbreo incluido, pueda ser puesta de espaldas en la contienda electoral. La apelación reiterada a un futuro, que es cada vez más próximo, marca los límites optimistas de las encuestas. Tiene la confianza puesta en la porción de la opinión pública que mantiene su espera. Pero, espera, que de una buena vez, la actividad económica se ponga en marcha. Los grandes medios de comunicación que tienen un contrato tácito con sus públicos están abandonando el espaldarazo inicial.

El propósito de su intervención política es muy profundo y consiste en cambiar la cultura política nacional desalojando los resabios de populismo progresista. Con los recursos con que cuenta suena excesivo.