Educación
La primera gran apuesta por un cambio de alto impacto en la educación
Por Julio César Durand
La existencia de 29 institutos de formación docente desarticulados es un verdadero anacronismo difícil de encontrar en otros lugares del mundo.

 Parece que el gobierno decidió mover la agenda educativa, incubando algo arriesgado en su gestión de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, a modo de ejemplo para el resto de jurisdicciones.

La propuesta de reforma de los Institutos de Formación Docente se puede considerar como la primera gran apuesta por un cambio de alto impacto en la educación, luego de décadas de declaraciones y cambios cosméticos.

La existencia de tal cantidad de Institutos de Formación Docente es un verdadero anacronismo, difícil de encontrar en otros lugares del mundo. Se la sigue llamando educación superior no universitaria. Es difícil hallar una denominación más estigmatizada.

En casi todos los países, hace un siglo que las escuelas normales se transformaron en universidades más o menos comprensivas, de gestión privada o estatal, contribuyendo sobre todo al posicionamiento de la profesión docente como una opción profesional válida.

El proyecto de reunir 29 instituciones de larga trayectoria constituye un desafío grande, pero algo hay que hacer si se quiere cambiar de verdad. Se habla de la creación de una universidad. Me parece una enunciación demasiado simplificada. Convendría, en realidad, hablar de la creación de un verdadero sistema red de instituciones que permitan asegurar una misión compartida. En definitiva, se trata de un desafío de organización y de gestión.

Hay muchísimas experiencias de éxito de estos sistemas multi-campus, multi-sedes, multi-institucionales con adecuado cuidado de la calidad, dinámicas internas de toma de decisiones y de coordinación, para lograr un adecuado cumplimiento de la misión, en este caso, de la formación de los maestros del siglo XXI.

Por lo tanto, no se trata simplemente de la creación de una universidad más, como ha pasado casi sin mayor noticia durante la anterior gestión con la creación de instituciones como premio a distintos caciques locales, sino de una verdadera propuesta para crear un sistema actualizado, contemporáneo, para formar docentes de modo apropiado.

Es prácticamente imposible encontrar a un solo estudioso que conozca la realidad de la formación docente, que se anime a defender este esperpento de múltiples institutos que no cumplen adecuadamente su función, hablando en general.

Es preocupante que por toda respuesta, los gremios vuelvan a presentar su tradicional práctica extorsiva: las tomas. No parece que sea el modo de intercambiar ideas y de proponer la alternativa superadora que consideren.

El verdadero foco que no hay que perder de vista es la auténtica profesionalización que conduzca al reconocimiento social de la profesión docente.

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