Los más recientes sucesos no abonan la estrategia del gobierno que "vuelve al mundo". La táctica no le estarÃa haciendo un favor a la estrategia. |
Si de una gira exterior insignia del semestre, se vuelve con anuncios por 15 mil millones de dólares y el resultado es "magro" o no es lo que esperabas, si renuncia tu canciller y la ex presidente (y principal adversario polÃtico) se adjudica que la mayorÃa de los acuerdos fueron cerrados en el epÃlogo de su administración, algo de la forma en que se concatenaron los acontecimientos no respaldan la promesa de "volver a ser parte del mundo".
"Sabemos que ya no será lo mismo", afirmaba a principios del 2016 un agregado polÃtico de la embajada en nuestro paÃs. El conocimiento a priori que tenÃa el funcionariado chino asignado a la Argentina, resultaba una previsión fortÃsima: entendÃan que la nueva administración iba a ralentizar la relación y proponer fortalecimientos con viejos socios globales, como varios casos europeos, ex potencias coloniales, o bien la relajación con el hēgemṓn que co-habita el continente. Los conocÃan muy bien.
Cuando el entonces Jefe de Gobierno, Mauricio Macri, otorgaba la distinción de visitante ilustre a Xi Jinping, resaltando el enorme potencial de la relación bilateral, uno podÃa descreer que durante el primer semestre de su ejercicio como presidente iba a tensionar la relación con una diatriba de exigencias unilaterales respecto del comercio común. Casi siguiendo esa lÃnea deteriorada de cuestionamiento a los acuerdos pretéritos, como si no fuera el swap chino, dentro de la polÃtica de quanqiubi del Gigante Asiático, lo que le permitiera a Macri salir del cepo cambiario en menos de 10 dÃas de gestión.
Pero las cosas se complicaron: al cambio del ciclo polÃtico regional que anticipaba un giro en la mayorÃa de los gobiernos, le acompañó un cambio en el ciclo económico global, producto del fenómeno Trump, el Brexit y el Fly to Quality financiero, hito tras hito, erosionando el Plan A ("único plan") de Cambiemos respecto de la salida de la crisis local a partir de un revés: el viraje de la balanza de pagos.
"Me están ofreciendo una tasa del 3%... no existe en el mercado", comentaba un funcionario de la cartera de Transporte, respecto de las nuevas propuestas de bancos chinos para 2016, cuando Argentina hacia alarde de colocar deuda en múltiples mercados, pero a tasas muy superiores (de 7 a 9%). En aquel entonces se preferÃa frenar al vÃnculo y "revisar" todo lo firmado por los K con China.
Argentina priorizó otras relaciones: diplomacia directa con Chile, Brasil, Francia y Alemania. Los resultados, todavÃa están por verse. La canasta bilateral con cada uno se mantiene o empeora. Fuimos a Davos e inclusive nos trajimos a Davos, pero 2016 tuvo una caÃda de la inversión extranjera directa cercana al 51% ante la posibilidad de girar las ganancias a las matrices y no estar condicionadas en la reinversión de utilidades. Y ahora estamos estancados en el "threshold" de las inversiones y la ansiedad electoral.
El pecado más grande fue la ceguera ideológica con la cuál desatendieron lo pragmático del Dragón Rojo: es que los chinos aprovechan que en el bilateralismo, pueden negociar con cada Estado condiciones diferentes a partir de lo que a cada gobierno le urja. Asà es como los resultados para cada paÃs del cono Sur (sean atlánticos o pacÃficos) van a depender de las propuestas y necesidades de cada interlocutor, esto es mayor y/o mejor comercio, nuevas y extendidas lÃneas de crédito, compra de activos e inversiones, etc. Ante la imposibilidad regional de aupar criterios comunes y negociar en bloque, queda en cada uno la iniciativa y formato de la relación.
Si Argentina necesitaba algo, no era alejarse, enfriar la relación, incitar y broquelar quejas multisectoriales. Acaso es algo en que todos los que más o menos conocen del tema pueden estar de acuerdo: cuando uno ofrece o propone, China siempre sube la apuesta, por escala y población. La idea del "todo o nada" con China es real: se trata de cómo hacer el todo más grande y no una nada refractaria.
Lo que está claro es que a la potencia que disputa el motor de la economÃa mundial con los Estados Unidos, el stand by no fue la mejor alternativa, dado que en la visión integral de la relación que ellos poseen (comercio, finanzas, apoyo multilateral), sea o no correcta, quedamos fluctuando en la incoherencia.
Las inconsistencias de nuestro comercio exterior, de cómo organizamos nuestra oferta exportable, nuestra irresponsable idea de sentar a empresarios que no logran siquiera consolidar su mercado en el MERCOSUR, los free rider provinciales que puentean a la CancillerÃa, en fin, todos indicadores de errores estratégicos que nos tornan frágiles, en una relación que parece una pelÃcula de los hermanos Coen: "Sin lugar para los débiles".
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- 215/06/1708:47Andres Kunisz
- 115/06/1708:46Andres Kunisz