Kirchnerismo
El retorno de CFK: cuando la esperanza es una calamidad
Por Oscar Guisoni
A seis meses del cambio de gobierno, "la esperanza" parece ser la que sigue al mando en el kirchnerismo, una masa crítica que oscila entre el 15 y el 20% del electorado.

"Que gane Macri, así en 2019 vuelve Cristina con más del 60 por ciento". La frase forma parte de una leyenda política, cuyo eco jamás fue desmentido ni tampoco confirmado. Según se cuenta, a partir de 2012 algunos pensaron que era mejor perder las elecciones presidenciales a manos de Mauricio Macri ya que nadie tenía la capacidad de asegurar la continuidad del "proyecto" reemplazando a CFK. 

La idea estaba justificada en la esperanza de que el contraste entre un gobierno neoliberal extremo, como el que iba a protagonizar Macri con los doce años del kirchnerismo iba a poner en bandeja el retorno de CFK a la presidencia en 2019. 

El desastre electoral del 25 de octubre que habilitó el balotage y confirmó la pérdida de la provincia de Buenos Aires, un bastión en el que el kirchnerismo duro pensaba refugiarse, alentó tardíamente lo que algunos calificaron como "el máximo apoyo" de la Casa Rasada en la campaña presidencial de Daniel Scioli.

Como sea, vale la pena interpretar esta historia a la luz de la mitología que explica "la esperanza", para volver luego a sus implicancias políticas actuales y tratar de entender cómo se articula con la lucha de relatos en la que estamos inmersos desde mucho antes del 10 de diciembre de 2015.

Según la mitología griega, Prometeo creó a los hombres contra la voluntad de su padre Zeus y luego encerró en una caja todas las calamidades posibles que pudieran afectarlos con el objetivo de proteger su creación. Zeus, que era un señor muy vengativo, encargó a Vulcano que creara una mujer de barro, la archiconocida Pandora, que fue quien abrió la caja y permitió que salieran todos los males que desde entonces asolan a los humanos: la enfermedades, el odio, la envidia, el miedo, el crimen, etcétera. Pero dentro de esa misma caja estaba también "la esperanza" que según la interpretación del mito que hizo el catolicismo sería el mejor instrumento para resistir a esas calamidades. Aunque si se lee el mito griego con atención, en ninguna parte aparece esta supuesta virtud benéfica de "la esperanza". Sino más bien lo contrario: "la esperanza" es una calamidad más que quedó dentro de la caja cuando Pandora la abrió. La prueba está en que Prometeo nunca pensó que se abriría la caja, por lo cual no tenía por qué crear un antídoto a los males que había encerrado.

La palabra "esperanza" proviene del latín "sperare", que significa "esperar", es decir, "no actuar". Mucha gente cree que es una virtud ya que el catolicismo la consideró una de las tres virtudes teologales, junto con la Fe y la Caridad. Tal vez lo sea; sin embargo es difícil considerarla una virtud en el ámbito de la política, donde "no actuar" es una de las decisiones más peligrosas que se pueden tomar, ya que -salvo honradas excepciones- implica perder la iniciativa y dejar en manos de los adversarios la resolución de un escenario que todavía no se ha cerrado.

En la era de la hiperpersonalización de la política está claro que el reemplazo de una líder con las características de Cristina Kirchner resultaba y resulta casi una quimera. Pero la demolición portentosa y por goteo a la que la está sometiendo ahora el macrismo, con todos los instrumentos del poder mediático, judicial y estatal en sus manos, da cuenta del altísimo riesgo corrió "no actuando". Sobre todo a partir de las elecciones de medio término de 2013, cuando quedó claro que no era posible reformar la Constitución para habilitar su tercer mandato, así como también el hecho de que el kirchnerismo carecía de un dirigente carismático y con la fuerza suficiente como para continuar en el poder por sí mismo. El embrollo que siguió después con la interna jamás realizada entre Scioli y Randazzo -dos hombres que no gozaban de la absoluta confianza de Cristina ni del kirchnerismo íntimo- terminó por sepultar cualquier posibilidad de continuar en el poder, ni siquiera de manera solapada o en posiciones secundarias, a "la espera" del retorno de CFK en 2019.

Seis meses después del cambio de gobierno, la calamidad de "la esperanza" parece ser la que sigue al mando en el kirchnerismo, una masa crítica que, según las encuestas más confiables, oscila hoy entre el 15 y el 20 por ciento del electorado. Por una razón obvia -su seguridad física- Cristina permanece recluida en Santa Cruz, a miles de kilómetros de donde suceden los hechos. Sin expresar cabalmente la conducción política de la oposición, sus apariciones públicas tienen por objeto ejercer la defensa ante la ofensiva del oficialismo y sus diversos aliados. Esta situación parece haber desorientado al grueso de los dirigentes y las agrupaciones que se identifican plenamente con el kirchnerismo como proyecto político, haciendo que se encuentren ellos también ausentes de la escena, tal vez a la "espera" de que se acabe "la calamidad" que los tiene atenazados.

* Co-autores del artículo:  Oscar Guisoni y Daniel Dagorret

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