Esta es una vieja dicotomía de la economía argentina, en cuanto a los diagnósticos en nuestro país son todos acertados y exactos el problema que poseemos a nivel económico y también político se marca en las distintas alternativas de salida a ellos. Y podemos describirlos muy simple y directamente como soluciones “progres” o “liberales” de acuerdo al ala que represente el poder político que la implemente.

En cuanto al denominado sector que propone las salidas denominadas “progres” podríamos determinar que serían la antigua centroizquierda o izquierda de los históricos partidos políticos y los llamados liberales correspondiente a la centroderecha o derecha de los mismos. También debemos entender que siempre los extremos se tocan.

Si analizamos cada una de ellas nos encontramos con que, en definitiva, cada una de las soluciones son exactamente tendientes a lo mismo con idénticos métodos y resultados a lo largo de la historia económica de nuestro país. Por ende, para arribar a otro corolario debemos tomar distintos caminos a los tomados. Albert Einstein decía “si a los mismos problemas utilizamos las mismas soluciones, vamos a obtener los mismos resultados”. Por ello, debemos instrumentar soluciones que nunca se trabajaron en el país.

Desde esta visión, como la economía carece de una gran cantidad de productores de bienes y servicios en todas los sectores económicos, el Estado debe jugar un rol preponderante para nivelar la situación a favor de la población.

En cuanto al tema de una economía de libre mercado o ultraregulada, la solución no es ninguna de ellas. En nuestro país los dos extremos son malos y tienden a juntarse. Cuando tuvimos economías de libre mercado como en la dictadura de los años ’70 o en los ’90 (o incluso hoy que se observa la misma tendencia), la población sufrió la caída de su poder adquisitivo, problemas inflacionarios y las Pymes tendieron a su desaparición. Cuando existieron algunas del tipo ultraregulador como en los últimos 12 años, proliferaron los casos de corrupción, la población también sufrió caídas del poder adquisitivo por no reconocimiento del problema inflacionario y solamente las Pymes ligadas de alguna forma al esquema de corrupción habrían logrado salir adelante.

Por esto, es que es conveniente acercarnos a un esquema de economía regulada o administrada con revisiones cruzadas de los organismos de control para evitar los excesos y proponerle a la población un incremento del poder adquisitivo. Este, aunque sea más lento, puede sostenerse en el tiempo; lo que resultará en una economía nacional con una mayor firmeza y resistente a los embates internacionales basándose en un esquema productivo por sobre lo comercial y financiero

Es necesario entender que ello no lo generan las devaluaciones constantes ni los controles de precios exhaustivos, sino que es el resultado de correcciones a realizar siempre y cuando la población pueda asimilarlas desde sus propios ingresos y no empeñándolos por realizar esas correcciones.