Editorial
2014: El año del ajuste Cristinista
Por Cristian Folgar
Nunca antes un gobierno se vio forzado a pagar las consecuencias de sus propios actos como le está sucediendo a Cristina.

En términos del desempeño económico de nuestro país, empezamos a asistir a un fenómeno interesante desde el punto de vista histórico. Nunca antes un gobierno se vio forzado a pagar las consecuencias de sus propios actos de la manera que le está sucediendo a Cristina Kirchner. Hasta ahora un gobierno implementaba distintas políticas públicas pero las principales consecuencias de mediano y largo plazo las terminaba afrontando otro gobierno.

Pasó con Perón, con Alfonsín, con Menem, con Duhalde. Dejo fuera del análisis a aquellos gobiernos que fueron interrumpidos por golpes de estado y a los gobiernos no elegidos democráticamente.

Cristina está enfrentando las consecuencias de haber postergado decisiones que, estando en condiciones de hacerlo, no quiso tomar Néstor Kirchner al final de su mandato ni quiso tomar Cristina durante su primer mandato.

En economía no existen las cenas gratis, siempre los costos los paga alguien. Y cuando los costos superan a los beneficios, la realidad se impone por su propio peso.

Se me viene a la mente una reflexión que hizo alguna vez Leopoldo Portnoy mientras él era decano de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA y yo un simple estudiante. En ese momento se discutía si la Licenciatura en Economía debía cursarse en la Facultad de Ciencias Económicas o en la Facultad de Ciencias Sociales. Portnoy, un poco en broma y otro poco en serio, dijo algo más o menos así: en realidad Economía no debía estudiarse en ninguna de esas dos facultades, debía estudiarse en Ciencias Exactas, porque más tarde o más temprano la economía SIEMPRE ajusta. Por ajuste, él no se refería a un programa de ajuste monetario o fiscal como hoy los conocemos, sino que se refería a que la economía siempre terminaba corrigiendo sus desequilibrios. Era una época en la cual todavía la palabra “ajuste” no tenía la connotación social que hoy le damos.

Sobran buenos ejemplos nacionales e internacionales de correcciones ordenadas de desequilibrios macroeconómicos, pero también sobran malos ejemplos de correcciones hechas a los tumbos. La principal diferencia entre una corrección bien hecha y una mal hecha, es que cuando las correcciones se imponen por sobre el deseo del gobierno los que más sufren son los que menos ingreso tienen. Son los sectores de menores recursos los que más se ven afectados por las decisiones que un gobierno no quiere tomar.

¿Cómo los afecta? Pérdida de poder adquisitivo real de la moneda (inflación) y caída del nivel de empleo como consecuencia de la caída del nivel de actividad industrial y comercial.

Nuestra economía esta corrigiendo a los golpes y a los tumbos los desequilibrios que el gobierno no quiere corregir y que inútilmente pretende ocultar.

El Cristinismo ya sabe que no puede evitar el ajuste, porque ya esta afectando a toda la economía, sólo trata que las culpas sean de “los otros” o al menos que sean compartidas.

Durante 2014 bajó el nivel de actividad comercial como lo vemos todos los días en nuestros barrios al ver la cantidad de locales que se cierran. Bajó el nivel de actividad industrial como lo vemos reflejado en los despidos, suspensiones o cierres de turnos o fábricas. Bajaron las exportaciones por falta de competitividad. Bajaron las importaciones por falta de divisas. La lista es larga y muchos de los efectos antes citados se vinculan entre sí.

El caso más básico para analizar la conducta del gobierno es la inflación. El gobierno inútilmente intenta echar la culpa de la pérdida del valor del peso a las “corporaciones”. El gobierno es el monopolista, es decir único oferente, de los pesos. Si sobran pesos en la economía, ¿es culpa de las empresas? ¿Quién decide el nivel de oferta de pesos? ¿Las corporaciones o el gobierno? ¿Cuando alguien deja de demandar pesos, lo hace porque desconfía de las corporaciones o del gobierno que respalda esa moneda? Las respuestas a esto son tan obvias como inútiles los esfuerzos del gobierno para confundirnos. Ahora bien, justo es reconocerles que son perseverantes.

Miremos un ejemplo numérico para evaluar la ridiculez del argumento oficial. El gobierno quiere que en el mismo momento creamos dos cosas: 1) Qué la inflación 2104 fue del orden del 25% y 2) Qué la culpa de esa inflación fue de las “corporaciones”.

Supongamos que ambas cuestiones fueran ciertas. YPF, la corporación mas grande del país luego del propio Estado y que conduce políticamente la Presidenta desde 2012 aumentó el precio de los combustibles mas que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) del INDEC durante 2012, 2013 y 2014. Sólo este último año aumentó los combustibles un 40%.

Se supone que el impacto de la “maldad” de las corporaciones de aumentar los precios es “bien medido” por el gobierno en el IPC. La “medida oficial” de esa maldad nos da en 2014 aproximadamente 25%. YPF conducida por Cristina aumentó los combustibles mas del 40%. ¿Cristina Kirchner está al frente de las “malvadas” corporaciones que atentan contra los argentinos? Piadoso silencio revolucionario.

Todo ello sin dejar de mencionar que la propia Presidenta en su momento dijo que si la inflación llegara al 25% todo volaría por el aire. Menos mal que Cristina no tuvo razón. Años más tarde el gobierno festeja que según los datos oficiales la inflación 2014 es del 25%. Es decir, espera que festejemos que en un año “sólo” nos quitó el 25% del poder adquisitivo de la moneda. Y eso si las cifras del Indec fueran las reales.

El mejor regalo que nos podría hacer Cristina sería devolvernos el país que recibió en el 2007. El país tenía un montón de problemas por resolver pero generaba empleo, acumulaba divisas y atraía inversiones. La Argentina modelo 2014 tiene problemas mas graves que en el 2007 pero ahora destruye empleo, no genera divisas y no atrae inversiones.

Salud Cristina, vos lo lograste.

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