A eso de las 8 de la noche del martes el Washington Post reveló que en menos de 24 horas Donald Trump podría aterrizar en México para una reunión exprés con Enrique Peña Nieto, a invitación del mandatario mexicano. La incredulidad rápidamente se convirtió en sorpresa cuando el periodista Carlos Loret de Mola aseguró desde su cuenta de Twitter que sus fuentes en Presidencia habían corroborado la información. Poco después, el mismo candidato lo confirmo con un tweet donde aceptaba la invitación de Peña Nieto.
No es difícil imaginar qué quería ganar Donald J. Trump, quien en el último mes ha sufrido duros golpes en sus encuestas que no ha logrado librar, a pesar de haber cambiado al equipo directivo de su campaña, moderado su discurso migratorio e intentado un acercamiento ridículo al electorado negro. Se trató de una oportunidad para mostrar su rostro más presidencial (uno que no hemos visto muy a menudo) en un país extranjero, e intentar ganar algunos adeptos entre los votantes latinos, o entre quienes simpatizan con la causa hispana.
Pero el gran misterio que aun después de concluido el evento nadie ha podido resolver es por qué Enrique Peña Nieto se prestó a montarle la carpa al circo de Trump en México. ¿Qué esperaba ganar el mandatario?
Algunos soñadores especulaban anoche en redes sociales que el presidente lograría sacarle una disculpa pública a Trump. Los que hemos tenido el infortunio de seguir todos sus discursos sabíamos que era imposible. El candidato ha mostrado su arrepentimiento solo una vez, y fue al pueblo americano por haber permitido que su pasión por su país se desbordara. Es decir, toda la violencia, el racismo y la misoginia fueron fruto del amor, explicó el candidato.
Otros más modestos creían que si bien una disculpa pública era imposible, tal vez el mandatario tenía planeado condenar las declaraciones del candidato y rechazar la construcción de un muro en la frontera norte, por tratarse de una amenaza a los derechos humanos de millones de migrantes.
También se sugirió que Presidencia no esperaba que Trump accediera a venir. ¿Pero entonces por qué no posponer la invitación? Argumentar un problema de agenda con el tema del informe presidencial encima o la situación complicada que atraviesa el país o los preparativos para el homenaje a Juan Gabriel.
Ni lo uno ni lo otro. Lo que presenciamos fue una frugal conferencia de prensa conjunta donde el presidente repitió su responsabilidad para con el pueblo de México y su promesa de protegernos siempre, no importa donde estemos.
El especialista en comunicación política Gabriel Zaldivar, recordó que en las relaciones públicas existe la máxima de que “lo importante es que hablen de ti, aunque sea mal”. En este caso la atención ha sido tan negativa que es difícil imaginar que le ayude en algo al presidente Peña Nieto. Zaldivar destacó en entrevista con La Política Online que es la primera vez que un candidato a presidente hace una visita oficial y es recibido por el Presidente de la República. El especialista consideró que se trató de un acto diplomáticamente correcto, “característico de la operación diplomática mexicana que existía antes de Fox”.
“No es una atención deseable”, dijo, “pero si ya sorteaste la desaparición de los 43 normalistas, la casa blanca, y la tesis plagiada, pues es una raya más al tigre”, dijo bromeando. “De que no te vean a que te vean, pues que te vean”, agregó Zaldivar.
Zaldivar señaló que Peña Nieto intentó mostrar que se trataba de una medida enfocada al diálogo con todos los jugadores: “Cuando sale el presidente lo primero que hace es acallar las críticas, explicando que el gobierno mexicano invitó a los dos candidatos a la presidencia y el señor Trump aceptó”.
Por su parte, Eduardo Rosales Herrera, doctor en Relaciones Internacionales e investigador de la UNAM, opinó que la intención de Presidencia era abrir canales de comunicación: “Quiero pensar que había una buena intención de destacar la importancia de la relación México-Estados Unidos, que es la relación entre naciones colindantes más importante del mundo. Querían hacer sentir su peso en esta relación”.
La administración peñista ha invertido mucho en mejorar la imagen de México en el mundo, pudo haber visto detrás de la visita de Trump una oportunidad para aparecer en el plano internacional como un jugador clave. “Fue una apuesta riesgosa e innecesaria”, apuntó Rosales.
“Dio la impresión de unas autoridades mexicanas con temor, con miedo a que este candidato llegue a la presidencia. Incluso se remarcó esta subordinación con Estados Unidos. Ya antes la sociedad en su conjunto, la clase política, la académica, habían declarado persona non grata a Trump”, explicó.
El enojo de los mexicanos no es el único con el que tendrá que lidiar el presidente Peña Nieto. Desde que la visita se confirmó anoche, la candidata demócrata Hillary Clinton no dejó de mostrar su disgusto desde su cuenta de Twitter. El primero fue un comunicado donde la directora de comunicación de la campaña Clinton recordaba que Trump –desde el día 1 de su campaña– acusó a los mexicanos de ser criminales y violadores; prometió deportar a 11 millones de personas, incluyendo niños y ciudadanos nacidos en Estados Unidos de padres indocumentados; y dijo que, si México se negaba a pagar por el muro, confiscaría las remesas enviadas por los inmigrantes a México.
Después Hillary publicó una “gran y hermosa lista” con todos los tweets que Trump ha hecho respecto a México desde hace dos años. Y no se detuvo ahí. Siguieron una docena de tuits a lo largo del día condenando las declaraciones que el candidato republicano ha vomitado desde el inicio de su campaña.
Trump falló su primera prueba de política exterior. La diplomacia no es tan fácil como parece. -H— Hillary en español (@Hillary_esp) 1 de septiembre de 2016
No vamos a criminalizar, discriminar, acorralar ni deportar a 16 millones de personas. pic.twitter.com/RKGbGVVCH1— Hillary en español (@Hillary_esp) 1 de septiembre de 2016
El doctor Rosales recordó que otros mandatarios se han negado a jugar el juego de Donald: “Nadie le ha corrido una invitación, y cuando él intentó acercarse a Cameron en Reino Unido, de plano no lo quiso recibir”, dijo. “La canciller de Alemania, Angela Merkel, también le dio la espalda y lo ignoró y Francois Hollande se ha dirigido a él en el mismo lenguaje grosero que utiliza Trump”.
“No es un jefe de Estado”, recalcó. “De ahí lo sorprendente de la invitación”, agregó el analista.
Sorprende más porque el candidato está pasando por un bache que probablemente no vaya a superar. Si Donald estuviera encabezando las preferencias sería más fácil entender el interés en traerlo a México, pero es un personaje que mantiene una estable tendencia a la baja desde hace semanas.
“No hubo una buena asesoría”, dijo Rosales. “No se visualizaron los efectos que tendría en México y en el mundo. México ya estaba desafortunadamente metido en la contienda presidencial a nivel discurso, y ahora se mete a nivel directo”.
Rosales se mostró preocupado con el efecto que puede tener la reunión: “Clinton ahora tendría que replantear algunos puntos de su propia campaña, y están muy molestos”.
En medios extranjeros se están haciendo la misma pregunta. La revista Slate sugirió dos posibilidades: “Algunos pensaban que quizá Peña Nieto (con su aprobación de menos del 30%) no tenía nada que perder y planeaba confrontar públicamente al magnate”, sin embargo, “después de ver la conferencia”, quizás un presidente con ese nivel de aprobación “no tiene idea de lo que está haciendo”.
Lo que no se dijo
Tras confirmarse la visita de Trump nadie esperaba que Peña Nieto fuera a confrontarlo de manera hostil. Después de todo la investidura presidencial demanda un nivel de diplomacia y presidencialismo. Pero hubo puntos del discurso trumpiano que sí pudo haber mencionado y condenado públicamente, sin acusar al candidato republicano de nada y sin confrontarlo.
“No habló del decomiso o impuesto a las remesas; no habló del muro fronterizo, ni del plan de deportación de migrantes”, dijo Rosales. “El presidente pudo haber sido categórico en estos puntos. Decir que no vamos a ver con buenos ojos el decomiso, que no vamos a pagar el muro y no vamos a tolerar más pronunciamientos groseros para con nuestros connacionales. Debió haber abordado los puntos más controversiales”, dijo.
Las críticas no se le resbalaron al presidente. Horas después de concluido el encuentro, Peña Nieto respondió a través de un tuit donde explicó que el tema del muro sí fue discutido a puerta cerrada.
Trump tampoco se quedó callado. Ya de vuelta en territorio estadounidense, durante el beligerante discurso donde reveló su plan migratorio, Trump insistió en que México tendría que pagar por el muro. "Lo van pagar, aunque todavía no lo saben", dijo siempre provocador.
Al inicio de la conversación con Donald Trump dejé claro que México no pagará por el muro.— Enrique Peña Nieto (@EPN) 31 de agosto de 2016
El doctor Rosales recordó que en estos temas llevamos muchos años sufriendo: “México ha dado tumbos en política exterior. No hay rumbo definido; damos un paso para delante y dos parta atrás”, señaló.
“Casos como el comes y te vas, por ejemplo. Vemos que los perfiles de los Secretarios de Relaciones Exteriores no son los más idóneos. Esto los venimos arrastrando de hace varios sexenios. No podemos centralizar toda la culpa en el Ejecutivo. ¿Dónde está Relaciones Exteriores; los diplomáticos de carrera?”, cuestionó. “A menos que no estén siendo escuchados”.
"México era un ejemplo de diplomacia. Con participaciones brillantes en la historia mundial. Quedamos a deber con una política exterior errática que da tumbos, a veces con aciertos pero no se mantiene firme”, sentenció Rosales.
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