Ismael Passaglia mantiene un peligroso doble juego con el gobierno de María Eugenia Vidal. Por lado, manda a los operadores políticos de la Gobernadora señales de un acercamiento, pero -en paralelo- toma distancia y se muestra fiel al peronismo.

Ayer, Joaquín De la Torre viajó a San Nicolás para buscar seducir al intendente de dar un salto definitivo hacia Cambiemos. Recorrieron obras y hablaron de gestión, pero en esa recorrida se habló además de política.

Pero a las pocas horas que De la Torre dejó San Nicolás, los concejales del intendente, en el recinto del Concejo, salieron a cuestionar a la Gobernadora.

“La gente está descontenta, si le tiraron piedras por algo será”, dijo en el recinto el concejal Roberto Fernández Viña, un incondicional de Passaglia, mientras de discutía un proyecto por las agresiones el Presidente y la Gobernadora sufrieron en Mar del Plata.

Los cuestionamientos llamaron la atención en el oficialismo de esa ciudad. Nadie, del bloque de Passaglia intentó calmar las declaraciones del concejal. Y quedó claro que no se cortó sólo, toda vez que el intendente y el edil tienen una amistad desde hace años. Incluso son socios en la clínica ‘Fernández Viña’.

Passaglia posó en varias fotos con Vidal y sus funcionarios. Sin embargo, el pase definitivo no ocurre. Estas indefiniciones comenzaron a generar algunas tensiones dentro del oficialismo. En particular en las distintas vertientes del macrismo en la provincia de Buenos Aires.