En 2002, la imagen de Juan Verón queriendo calmar a Marcelo Bielsa segundos antes de quedar eliminado en primera ronda se convirtió en la postal del mayor fracaso de la Selección Argentina en un Mundial de fútbol.
Tal vez pocos en esos dÃas imaginaban que 14 años más tarde esos personajes serÃan la esperanza para remontar la peor crisis institucional del fútbol argentino.
Pero asà ocurre: en estas semanas, el ahora presidente de Estudiantes se comunica a diario con el santafesino para suplicarle que retorne a la Selección, que aún no tiene técnico pero sà una agenda de partidos para las eliminatorias.
Sin cargo en la AFA, Verón trata de ayudar a partir de la buena relación que conserva con Bielsa, pese a esa escena de la derrota que los marcó por siempre.
Bielsa lo escucha, lo aprecia (suele decir que comparten pragmatismo), se muestra tentado, pero pide condiciones.
Una de ellas es hacerse cargo de todas las divisiones inferiores, también acéfalas, o sea, volver a tener superpoderes como en sus últimos equipos.
Claro que Verón no puede hacer nada cuando el santafesino le confiesa sus recelos polÃticos con Mauricio Macri, cuya influencia en la AFA quedó a las claras cuando impuso al normalizador, el presidente de Belgrano de Córdoba, Armando Pérez.
Como a su hermano, a Bielsa no le gustan los lÃderes liberales y lo hizo saber cuando se negó a saludar al presidente de Chile, Sebastián Piñera, otra de las imágenes que dejó para la antologÃa, cuando dirigÃa la Selección de ese paÃs y hizo un trabajo que para la mayorÃa d elos chilenos es la explicación del éxito de hoy de "La Roja".
Por otro lado, Macri no parece interesado en hacerse a un costado para que el próximo entrenador de la Selección lo ignore. Quiere que lo saluden. Y acepten sus condiciones.
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