Quedarse sin competidores en la carrera por la nominación republicana puede haberse convertido en el peor triunfo de Donald J. Trump. Este lunes arrancó la Convención Nacional Republicana en Cleveland, Ohio, evento en el que cada cuatro años el partido elige de manera oficial al que será su representante en la contienda presidencial, y Trump se enfrentó a un fuerte ataque comandado por el movimiento dentro de su partido que se hace llamar Never Trump, quienes juraron jamás brindar su apoyo al magnate inmobiliario.

Lo que tendría que haber sido el evento que uniría a un Partido Republicano que pasa por uno de los momentos de mayor fractura en su historia, arrancó con la confirmación de que el establishment conservador sigue sin apoyar al candidato que eligió la aplastante mayoría de sus votantes.

De entrada, se abstuvieron de asistir todos los líderes republicanos históricos y todos los candidatos presidenciales republicanos que siguen con vida. Se abstuvieron de participar en el evento los dos ex presidentes Bush; el segundo contrincante de Obama, Mitt Romney; el veterano de Vietnam (y víctima de los insultos de Trump) John McCain. El único ex abanderado republicanos que se presentó fue Bob Dole, quien perdió la elección general contra Bill Clinton en 1996, y quien dista mucho de ser un representante importante del Partido Republicano contemporáneo.

  El sheriff David Clarke, uno de los invitados especiales del día uno de la Convención Republicana.

Antes de que iniciarán los discursos de los notables, un numeroso grupo de delegados del movimiento Never Trump demandó que las reglas de la convención fuesen modificadas para permitir que todos los delegados presentes votaran como quisieran, sin importar los resultados de las elecciones locales en sus respectivos distritos. Este evidente intento de frenar a Trump –a través del método más anti democrático que existe: ignorar el voto popular– fue coartado por los líderes del partido, quienes decidieron que el voto a grito alzado (yay para los que estuvieran de acuerdo y nay para los pro-Trump que estuvieran en contra de modificar las reglas) no había favorecido a los primeros.

Los inconformes con Trump demandaron a gritos que se hiciera el roll call vote, en que las delegaciones de cada estado votarían una por una sobre si se modificaban o no las reglas; mientras tanto, los pro-Trump gritaban “We want Trump!” y “USA”. Al final el liderazgo del partido no se doblegó y dio la razón a los seguidores del magnate.

Concluida la discusión, inició el desfile de personalidades que ensalzarían al candidato y prepararían al público para la presentación estelar de la noche: la (tal vez) futura Primera Dama de los Estados Unidos de América, Melania Trump, quien se dirigiría a una audiencia por primera vez en meses. Desde hace tiempo las labores de esposa del candidato han sido ejecutadas por su hija Ivanka, quien tiene un manejo mucho más certero de los medios de comunicación y del arte del discurso.

Como testamento de la poca popularidad de Donald, entre los oradores se encontraban Antonio Sabato Jr., una herencia de los 90 y ex concursante de reality shows como Dancing with the Stars; y Scott Baio, quien viviera la cúspide de su fama hace 40 años interpretando a Chachi en la comedia Happy Days.

  El ex protagonista de realitys Antonio Sabato Jr.

Después de las estrellas de la farándula, subió el primer y único rockstar político con futuro de la noche: el senador por Arkansas Tom Cotton. Con espectaculares credenciales conservadoras, el veterano de Irak y Afganistán y graduado de la escuela de leyes de Harvard adoptó un discurso abiertamente bélico, hablando de la importancia de un ejército norteamericano fuerte y con un líder capaz de comandarlo, quien, por supuesto, se llamaba Donald J. Trump. No sorprendería a nadie que en cuatro años Cotton busque la candidatura presidencial republicana para competir contra Hillary Clinton.

“Queremos un comandante en jefe que gane guerras y no sólo hable de terminarlas”, dijo, refiriéndose a Obama. “Queremos a alguien que pueda manejar información clasificada”, aventando una pedrada a Clinton y su escándalo con su cuenta de email comprometida.

Después de Cotton y otros oradores menos destacados, tocó el turno al ex alcalde de Nueva York y héroe del 9/11 Rudolph Giuliani, quien concentró su discurso en la máxima “hagamos a América segura otra vez”. Rudy fue por mucho el que obtuvo la respuesta más efusiva del público y quien mejor supo manejar a su audiencia.

Rápidamente empezó a hablar de los policías que han sido atacados en lugares como Baton Rouge y Dallas, donde la semana pesada murieron seis policías durante una manifestación del movimiento Black Lives Matter (las vidas de los negros importan): “Los americanos temen por sus hijos, por ellos mismos, por sus policías que tienen pintada una diana en la espalda. Rezamos por los policías en Dallas y Baton Rouge”, exclamó emocionado.

Los miles de asistentes gritaron al unísono “¡Rudy! ¡Rudy! ¡Rudy!”. “Damos las gracias a todos los policías que nos están protegiendo. Negros, blancos, latinos, de todos los colores, credos, orientación sexual. Cuando vienen a salvar tu vida no preguntan si eres negro o blanco, solo vienen a salvarte”, dijo casi a gritos el ex fiscal de Nueva York.

“También”, continuó, “extendemos nuestros brazos con compasión y entendimiento a aquellos que han perdido seres queridos en tiroteos con la policía”.

Giuliani lanzó así a Trump su aval en una de las áreas donde más fue aplaudido como alcalde: la seguridad. “Lo que yo hice por Nueva York, Donald Trump lo hará por América”, afirmó Rudy, que aprovechó para hablar de su relación personal con el candidato presidencial, a quien aseguró conocer desde hace 30 años. Alabó sus triunfos, pero habló sobre todo del lado emocional de Donald, labor que la esposa del magnate continuaría minutos después, en un esfuerzo por suavizar la imagen del explosivo millonario.

“Este es un hombre con un gran corazón”, dijo el ex alcalde. “Cada vez que Nueva York sufría una tragedia, Donald Trump estaba ahí para ayudar”, y lo hizo en el anonimato, aseguró.

  El ex alcalde de Nueva York Rudolph Giuliani habló del gran corazón de Trump

Giuliani dijo estar cansado “de la difamación de Donald Trump por los medios y por la campaña Clinton”.

“Merecen saber esto de su próximo presidente: ha sido un gran padre, un gran suegro y abuelo”, agregó.

El plagio de Melania

En su característico estilo espectacular, después del discurso y las ovaciones para Giuliani, Trump se apropió del escenario con una entrada que haría sonrojar a Mick Jagger en sus mejores años. Una silueta se dibujó al fondo del escenario, cubierta por una mística luz azul que emanaba del suelo, mientras We are the Champions de Queen sonaba por encima de los gritos y aplausos de los asistentes. Se trataba del mismísimo Donald Trump, quien se aproximaba al frente del escenario al tiempo que un pódium como por arte de magia emergía del piso del recinto, justo a tiempo para acercar al magnate su objeto favorito en el mundo: Un micrófono.

“Gracias muchas gracias. Vamos a ganar. Vamos a ganar en grande”, exclamó. “Damas y caballeros, es mi gran honor presentar a la próxima Primera Dama de los Estados Unidos de América: mi esposa e increíble madre y mujer, Melania Trump”.

Aquí es donde las cosas se pusieron incómodas. El discurso de la esposa de Trump, de acuerdo a múltiples medios especializados, tenía una serie de similitudes con el pronunciado hace ocho años por Michelle Obama en la Convención Nacional Demócrata, al grado que la acusaron de cometer plagio.

Melania habló de su vida como inmigrante que huyó de la Eslovenia comunista en los 80, y cuyos padres inculcaron los valores del trabajo duro y la importancia de respetar tu palabra.

De acuerdo a la CNN el discurso de Melania es casi idéntico al de Michelle, sobre todo en un párrafo:

“Desde joven, mis padres me inculcaron los valores de trabajar duro por lo que quieres en la vida. Tu palabra es tu valor y debes hacer lo que dices y respetar tu promesa; que debes tratar a la gente con respeto. Ellos me enseñaron y mostraron valores y moral en su vida diaria”.

Mientras que Michelle dijo en 2008:

“Barack y yo fuimos criados con muchos de los mismos valores: que tienes que trabajar duro por lo que quieran en la vida; que tu palabra es tu valor y debes hacer lo que dices; que debes tratar a la gente con dignidad y respeto, aún si no los conoces, e incluso si no estás de acuerdo con ellos”.

Melania Trump enfatizó el lado más humano de su marido. Habló de su amor por sus hermanos y sus hijos, y concluyó asegurando que Estados Unidos y el mundo en general necesitan nuevo liderazgo.

“Todos quieren cambio, Donald es el único que puede hacerlo. Donald quiere prosperidad para todos los americanos, necesitamos nuevos programas para ayudar a los pobres y oportunidades para los jóvenes. Mi esposo ejemplifica crecimiento y éxito y oportunidad. Su éxito indica inclusión, no división. Donald quiere representar a toda la gente, eso incluye musulmanes, afroamericanos, latinos, pobres y clase media”, afirmó.

Horas después, cuando el escándalo del plagio se viralizó, Melania tuvo que publicar en el muro de su Facebook una aclaración de Jason Miller, aparentemente el encargado de supervisar a quienes le escriben los discursos y eventualmente los plagian.