En épocas del Grupo A, aquella mayoría opositora que controlaba Diputados en la primera presidencia de Cristina Kirchner, la única manera que encontraron los K de entorpecer los embates fue girar los proyectos a las pocas comisiones presididas por los propios.

Como estos nunca las convocaban, se requería dos tercios para tratarlos en el recinto y los entonces coordinados por Patricia Bullrich y Graciela Camaño no podían aspirar a tanto.

Recién sobre el final del primer semestre, ante los primeros indicios de una coalición opositora, a los líderes de Cambiemos les empezó a gustar aquella trampita que hiciera famosa Eduardo Fellner. Es que la decisión de los giros siempre la tiene el presidente de cada cuerpo, sea cual sea la mayoría.

En Diputados ya la aplican hace meses. Todos los proyectos molestos que envía el Senado duermen en la Comisión de Presupuesto, presidida por el macrista Luciano Laspina. El más escondido es el que pone límites para tomar deuda externa.

Algunas presididas por opositores son extrañamente discriminadas, como la de Defensa de Usuarios y Consumidor, a cargo de la massista Liliana Schwindt, donde no llegan muchos proyectos para suspender tarifas. Mucho menos los recibe Julio De Vido, presidente de la Comisión de Energía.

También la pelea por las tarifas, por lejos el tema más sensible del Gobierno, activó a Gabriela Michetti a aplicar el mismo artilugio, sólo que no pudo evitar que lo advirtiera Miguel Pichetto, viejo conocedor estas jugadas.

En la sesión del jueves pidió que el proyecto para anular tarifas, presentado ayer por su par Mario País, no sea cajoneado en las comisiones de Derechos y Garantías y la de Energía, de las pocas no presididas por el Frente para la Victoria-PJ.

La primera la preside el radical Luis Naidenoff, formoseño y valorado en la Casa Rosada, donde hasta pensaron en ungirlo como jefe del interbloque Cambiemos.

Energía está a cargo del neuquino Guillermo Pereyra, jefe del sindicato de petroleros, ocupado el primer semestre en sostener los puestos de trabajo de su vapuleado sector.

“Pedimos que estas comisiones vuelvan a funcionar con normalidad”, exigió el rionegrino. Sabía de qué hablaba: País presentó un proyecto para frenar tarifas hace dos meses y Naidenof y Pereyra lo dejaron dormido.

Si en agosto al menos uno de ellos repite la actitud el debate por tarifas se demorará, toda una necesidad para Mauricio Macri.  Correría un riesgo: el miércoles el FpV reunió los dos tercios para aprobar declaraciones contra el tarifazo y aunque lo alcanzó por varias ausencias del oficialismo, podría volver a lograrlo si el presidente se empecina en impedir la ley. Su cerrazón en la ley antidespidos dejó claro que en el Congreso provoca el efecto contrario. 

En el Senado Michetti y Juan Tunessi, el secretario parlamentario, no siempre fueron pícaros con los giros a comisiones, pero parecen haberse despertado.

La ley antidespidos llegó al recinto porque un proyecto no fue girado a la Comisión de Presupuesto, donde había varios senadores ligados a gobernadores dispuestos a negociar con la Casa Rosada.

Menos se entendió cuando la ley de blanqueo fue girada a cuatro comisiones y así fue más difícil reunir el quórum.

La última semana hubo señales de un cambio: la ley de Pymes nunca llegó a Presupuesto por pedido de los propios funcionarios del Ministerio de Producción, que ahora ven un riesgo por la belicosidad de su presidente Juan Manuel Abal Medina y la tensión naciente con los gobernadores.

Es cuestión de ir viendo el día a día, mirar como están compuestas las comisiones y buscar un argumento para girarla donde más conviene. En Cambiemos ya se entendió clarito.