La gestión de Ricardo Buryaile al frente del Ministerio de Agroindustria venía navegando con relativa tranquilidad. Es que al ministro, en cierta forma, le tocó bailar con la más fácil en el marco del proceso de cambio político que vive la Argentina (su misión, hasta el momento, fue anunciar y ejecutar medidas muy esperadas como la baja de las retenciones).

Solo la crisis del sector lechero amenaza con romper la armonía de la luna de miel entre el campo y el Gobierno. Pero, en rigor, en el sector saben que se trata de un conflicto que arrastra años y que depende en gran medida, de la evolución de los precios internacionales.

En la misma línea, las inundaciones que se produjeron en el centro y norte del país le jugaron una mala pasada a Buryaile. Sin embargo, el ministro se movió bien en términos políticos y consiguió una serie de medidas para intentar aliviar el impacto sobre los productores.

Así las cosas, en la Casa Rosada son conscientes que el primer sector en reactivar la economía será el campo. De hecho, en el entorno de Macri prevén que el derrame del “boom agroexportador” empezará a sentirse muy pronto en el interior y dinamizará así el nivel de actividad.

Este último punto no es un dato menor en función de que le permitirá al macrismo mostrar los primeros resultados positivos de una gestión que en el plano económico hasta ahora sólo pudo mostrar malas noticias para el común de la gente. De hecho, el 17 de mayo el presidente y el ministro irán a la Bolsa de Cereales a celebrar la reactivación del campo.

En este contexto, casi inesperadamente, en las últimas semanas explotó una interna política en el Ministerio de Agroindustria. Sucede que los denominados “Pensar Boys”, dejaron filtrar el malestar que viven por el modo de gestionar de Buryaile.

Este grupo de funcionarios -encabezados por el secretario de Agricultura Ricky Negri- provienen de la Fundación Pensar y fueron los que idearon en época de campaña el plan de eliminación/baja de retenciones y quita de los permisos de exportación (ROEs).

Buryaile junto a Negri, el primero a la izquierda, y el resto del gabinete de Agroindustria.

Ministerio de Agroindustria

Es verdad que el ahora viceministro fue uno de los principales candidatos a ocupar el cargo. Pero Macri se decidió por el ex diputado formoseño, no solo como un gesto al radicalismo, sino también pensando en fortalecer al frente Cambiemos en el norte del país.

Negri se sumó al PRO en la recta final de la campaña en 2015 y logró ser nombrado coordinador de políticas agroindustriales de la Fundación Pensar por su pasado técnico en AACREA (antes incursionó en el periodismo agropecuario).

“En política es natural que el segundo quiera ocupar el cargo del primero”, de esta manera algunos funcionarios intentaron minimizar el enfrentamiento entre Buryaile y Negri en la cartera del campo ubicada sobre la Avenida Paseo Colón.

Y, quizás, este razonamiento no es erróneo. El problema que advierten los que conocen los pasillos de Agroindustria es la división que la interna pueda causar dentro del Ministerio teniendo en cuenta que los principales funcionarios se van ubicando de un lado o del otro.

Algunos, como el jefe de Gabinete, Guillermo “Willy” Bernaudo; el subsecretario de Coordinación Política, Hugo Rossi; y el secretario de Coordinación, Santiago Hardie, venían trabajando con el PRO y ya se ubicaron bajo el ala de Negri.

Sucede que, a diferencia de otros ministros, a Buryaile le costó armar su gabinete. Pero de a poco fue ganando espacios: Entre sus colaboradores más cercanos se cuentan Amadeo Nicora en el INTA, Gonzalo Arocena en Comunicación, Alejandro Gennaro en la Unidad para el Cambio Rural y Nieves Pascuzzi en Coordinación.

También es cierto que el Ministerio de Agroindustria es una cartera un tanto complicada que desde que se creó en 2009, atravesó distintos tipos de conflictos internos durante las gestiones de Julián Domínguez, Norberto Yauhar y Carlos Casamiquela.