El Gobierno y el kirchnerismo acordaron los tres auditores generales en representación de la Cámara de Diputados: dos serán para Cambiemos (un radical y uno del PRO) y el restante para el FpV, que eligió al camporista Mariano Recalde.

El acuerdo toma en el criterio adoptado por Cambiemos para imponer a Pablo Tonelli en el Consejo de la Magistratura: considerar los interbloques y no los bloques para definir quien tiene más presencia en el recinto.

En la AGN, la ley le da tres lugares por Cámara y al ungirse como primera minoría. Con sus criterios Cambiemos se queda con los dos primeros y le da el tercero al kirchnerismo, que ya no pelea por ser considerado el bloque más grande, sobre todo cuando puede darle trabajo a un dirigente de La Cámpora.

Fue lo que intentó Cristina Kirchner antes del ballotage, cuando impuso al camporista Juan Ignacio Forlón y Julián Álvarez en la última sesión de Diputados. Casi se queda sin quórum, pero finalmente lo consiguió.

Pero la justicia invalidó la selección y los protegidos de la ex presidenta nunca asumieron. Las vacantes se cubrirían el miércoles.

A Cristina le interesa a sobremanera que los auditores sean de su confianza, porque la primer tarea que tendrán es controlar sus últimos años de gestión, porque la AGN acostumbra a trabajar sobre los ejercicios concluidos.

Echegaray intentó modificar esa rutina y controlar la gestión de Macri en tiempo real, pero los auditores se negaron y el Gobierno amenazó con recusarlo.

Recalde abandonó en diciembre su gestión en Aerolíneas Argentinas tras cinco años de una polémica gestión, que dejó la compañía con un abultado déficit, que Mauricio Macri no logra bajar.

Los informes de la AGN son tratados por la bicameral mixta revisora de cuentas, que aún no se conformó y en este Congreso fragmentado no tendrá mayoría de ninguna fuerza.

El Gobierno presiona para al menos tener la mayoría y poder congelar un dictamen cuando lo quisiera. Tal vez sea una de las primeras quejas de Recalde.