Las señales eran evidentes. Agustín Carstens, presidente del Banco Central de México y acaso el economista y funcionario más respetado de la nación azteca, dijo públicamente que era imperioso avanzar con un ajuste en Pemex si se quieren evitar daños más profundos en la estabilidad macroeconómica, golpeada por la brutal caída de los precios del petróleo. 

Se trata de un movimiento sísmico de primera magnitud en la industria petrolera global, ya que Pemex es una de las más grandes de la región y acaso la primera en sentir en toda su magnitud -y acaso no la última- el impacto de la crisis por la caída del barril.

El ex presidente de Pemex, Emilio Lozoya.

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Hoy, el influyente secretario de Hacienda, Luis Videgaray, considerado el motor estratégico del gobierno de Enrique Peña Nieto, avaló los dichos de Carstens y dispuso el descabezamiento de Emilio Lozoya de la presidencia de la petrolera estatal, para ubicar allí un hombre de su confianza que avance con el ajuste draconiano que el hasta hoy presidente de la compañía se negaba o no podía realizar.

Y como suele suceder en la política, a los gestos públicos también se le sumaron las filtraciones anónimas. Por eso, días atrás y acaso para ir preparando el terreno se conoció una presunta discusión que había tenido Videgaray con Lozoya, a quien le reclamó su falta de conocimiento sobre la delicadísima situación de las finanzas de la petrolera, que en los próximos cuatro años enfrentaría vencimientos por más de u$s 50 mil millones.

"Pues primero revisa tus finanzas y dime con precisión cuánto necesitas, y si no puedes mejor renuncia", habría sido la respuesta furiosa de Videgaray ante el pedido sin rigurosidad técnica que le hizo Lozoya.

"Pues primero revisa tus finanzas y dime con precisión cuánto necesitas, y si no puedes mejor renuncia", habría sido la respuesta furiosa de Videgaray ante el pedido sin rigurosidad técnica que le hizo Lozoya de más fondos al tesoro mexicano. Días más tarde, el hombre fuerte del Gabinete de Peña Nieto salía públicamente a anunciar que el Gobierno ayudaría a Pemex, aunque meses atrás había avisado que no lo harían.

Las versiones finalmente se hicieron realidad. Videgaray logró intervenir Pemex con un hombre de su extrema confianza: José Antonio González Anaya, quien ha crecido en el seno de la cartera de Hacienda, como coordinador de asesores, hasta desembarcar al frente del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).

"Le di la orden de que haya rentabilidad en los procesos y competitividad internacional. Habrá que revisar procesos de inversión y programas de gastos, asociándose con el sector privado. Contará con el apoyo de Hacienda y Energía, dijo Peña Nieto al tomarle protesta.

En el mismo acto, confirmó el desembarcó de Mikel Arriola en la dirección del IMSS, y del ex rector de la UNAM, José Narro Robles, en la Secretaría de Salud.

El ajuste que se viene

La principal misión de González Anaya será acomodar las apretadas finanzas de la petrolera. Ajustar. "La pregunta es dónde, en qué sector proponen recortar. ¿Exploración y extracción? Pues seguiría cayendo la producción. ¿En refinería? Si no están produciendo en su capacidad total y apenas van a invertir", se preguntaba esta mañana un experto del sector ante las versiones de cambios en el Gabinete.

El secretario de Hacienda de México, Luis Videgaray.

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La Política Online conversó con expertos en materia presupuestal y del sector petrolero para conocer por dónde podría iniciarse el ajuste que tanto se pide en Pemex, y que probablemente se extienda a otras áreas del estado.

"Hasta ahora no había necesidad de ajustes porque teníamos una 'borrachera petrolera', pero ahora no hay salida y le pega directo al Gobierno, así que habrá que hacer cada vez más eficiente el uso de los recusos", aseguró Sunny Villa, directora de Gasto Público del CIEP.

Para Villa, lo más fácil sería empezar a profundizar las reformas en materia de pensiones, porque son demasiado "jugosas" y por lo tanto un agujero negro para la firma. En rigor, la especialista asegura que las nuevas autoridades tendrán que repensar una restructuración integral de todas las prestaciones que se les da a su planta.

La mirada de Luis Foncerrada, director del Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP), es coinciden a la de Villa. El experto asegura que no se debe sacrificar inversión, sino apuntar antes que nada a un recorte del gasto corriente.

Pero la ropuesta de Foncerrada es un poco más radical: propone cerrar todas la operación de refinación de Pemex o venderla a algún inversor privado. "La operación de refinación es deficitaria. Se tiene que pensar desde cerrarla hasta venderla. Porque Pemex ha demostrado que no es eficiente para refinar petróleo. Se tendrían que cerrar todas las refinerías. Y allí habría un enorme ahorra, además de equilibrio financiero", explicó.