Mauricio Macri dio hoy su primera muestra de cómo manejará su relación con el Congreso, donde no tendrá mayoría cuando asuma la presidencia el 10 de diciembre.

En medio de una sesión en la Cámara de Diputados con única presencia de oficialistas y sus pares del Fit y la centroizquierda, los tres diputados de La Rioja del Frente para la Victoria abandonaron la sesión y la dejaron sin quórum. La partida habría sido por un llamado de Macri a Luis Beder Herrera, con el compromiso de ayudar a pagarle los aguinaldos a su vice y sucesor Sergio Casas.

Se trata de riojanos Javier Tineo, Griselda Herrera y Teresita Madera, quienes al mediodía obligaron a Juliana Di Tullio a pedir un cuarto intermedio hasta las 16 y en ese tiempo apeló a todo lo que tuvo a mano. Además de garantizar el retorno de Carlos Kunkel, quien no había dado quórum al mediodía, forzó la reaparición de Gloria Bidegain, ausente hace meses por problemas de salud.

La azuleña entró a paso lento y ayudada del brazo por Héctor Recalde, el más interesado en los principales proyectos eran sobre derechos laborales y promovidos por él, como la participación de las ganancias de los trabajadores de televisión y telefónicas y la compensación a los ex empleados de Agua y Energía y Petroquímica General Mosconi.

Nada feliz para Macri, quien si los proyectos se convierten en ley deberá pagarla Macri. Los ex empleados de YPF accedieron a ese beneficio y también están tramitando el pago.

No es la primera vez que a Beder Herrera lo apuran con la caja: en 2012 Cristina Kirchner lo llamó para advertirle que si Jorge Yoma seguía rebelde no le giraba la coparticipación. Parece que hoy escuchó algo parecido.

El riojano es uno de los gobernados que apuesta a una renovación de la conducción del peronismo, pero los diputados que también corren en esa línea se preocupaban hoy por aclarar que su ausencia no guardaba relación con eso.

Sergio Casas no fue el único gobernador que le dio un mensaje positivo a Macri: no estuvieron el sanjuanino Juan Villa; el misionero Oscar Redczuk y tres de los siete santiagueños que suelen ser aliados fijos del Frente para la Victoria (no estuvieron Aída Delia Ruiz, Mirta Pastoriza y Graciela Navarro).  

Son casos parecidos al de La Rioja. En Misiones Hugo Passalacqua reemplazará a Maurice Closs, en San Juan Sergio Uñac hará lo propio con José Luis Gioja y en Santiago del Estero el senador Gerardo Zamora, que tiene a su esposa a cargo de la provincia y fue el primer kirchnerista que el domingo felicitó a Macri. 

Otra señal la dio Darío Giustozzi, aliado del Frente para la Victoria en las últimas sesiones, pero ahora cerca del PRO, tras la reunión que mantuvo con Emilio Monzó. 

Hubo algunas ausencias llamativas como el santafesino Omar Perotti, senador electo y con intenciones de pisar fuerte en el partido. Curioso, tampoco llegaron dos sindicalistas: el metalúrgico Carlos Gdansky y Oscar Romero, de Smata.

Más llamativa fue la actitud de Dulce Granados, quien dio quórum, pero luego se retiró para concurrir al casamiento de su hija. Su esposo, el ministro de Seguridad de la Provincia, es el único funcionario de Scioli que trabaja en la transición junto a quien será su sucesor, Cristian Ritondo. 

El kirchnerismo había logrado abrir la sesión con el respaldo de ocho opositores (Victoria Donda -Libres del Sur-, Claudio Lozano, Víctor de Gennaro y Antonio Riestra -Unidad Popular-, Nicolás del Caño, Myriam Bregman y Pablo López -Frente de Izquierda-, y Alcira Argumedo -Proyecto Sur-) que lo ayudaron a conseguir 130 diputados sentados, uno más de lo necesario.

A ninguno le importó el temario con 89 proyectos presentado que el FpV obligaba a votar de un saque, con temas desconocidos y que finalmente fueron sancionados. El temor de muchos oficialistas era que a último momento se sumara algún otro, pero no hubo margen para tanto.

Es que cuando eran las 16 no llegaban a la mayoría, aun con la llegada de Kunkel y Bidegain. El massista Héctor Dhaer se sentó, pero se fue cuando le negaron la posibilidad de sancionar sólo los proyectos sobre trabajadores. Para el FpV no era negocio que dejar 95 proyectos sin aprobar.  

Soportó insultos de los trabajadores de los sindicatos de Televisión y telefónicas, quienes, desde las gradas, lanzaban cánticos amenazantes como “si no bajan que quilombo se va armar” u otros hasta graciosos como "uno más y no jodemos más", al momento en quehabía 128 diputados senados. Atrincherados en sus bancas, los kirchneristas aplaudían, pero no llegaban a los 129 requeridos para el quórum. 

“Pedimos seguir el cuarto intermedio hasta que tengamos quórum”, requirió Di Tullio, aplaudida por los trabajadores. Le siguieron varios oradores con la única idea de hacer tiempo y esperar a Isaac Broomberg, primo del gobernador de Tucumán, José Alperovich. “Ya está en Buenos Aires; ya está viniendo”, tranquilizaba a todos Recalde.

“Que cada diputado se haga cargo de lo que está haciendo”, gritaba un eufórico Claudio Lozano. Broomberg llegó, hubo quórum y el paquete de proyectos pasó al Senado. Pero los riojanos nunca aparecieron.