Christine Lagarde pareció bloquear esta mañana la
posibilidad de ser sucedida al frente del FMI por un candidato de un país
emergente, como propuso su segundo David Lipton, una posibilidad que tiene
nombre y apellido: el presidente del Banco Central de México, Agustín Carstens.
Carstens ya había llegado en el pasado al tramo final de la competencia con Lagarde, cuando la francesa resultó finalmente electa, manteniendo en ese momento el organismo la tradición de otorgar esa plaza a un europeo, ubinado en el segundo lugar a un norteamericano.
En la conferencia de prensa que brindó esta mañana en la sala Nasca del atractivo Museo Nacional de Lima –entre imágenes de ruinas Incas y pantalla de LED gigantes de la burocracia internacional-, Lagarde tomó incómoda la pregunta de un periodista del Financial Time, que le recordó que esta será probablemente su última reunión anual del FMI como presidente del organismo.
El periodista incluso le recordó que Lipton, que estaba sentado a su lado, había propuesto para sucederla a un candidato de un “país emergente”. De impecable traje azul y aros y collares de plata, la francesa respondió. “No puedo responder por Lipton, pero la posibilidad de que continúe otro mandato depende de los que decidan los socios del FMI”, dijo entre sonrisas filosas y mientras Lipton a su lado agitaba las manos nervioso.
De esa manera, la ex ministra de Economía de Nicholas Sarkozy, mató dos pájaros de un tiro: Se propuso para un nuevo mandato y directamente no consideró que era tema de discusión la posibilidad de que un país emergente asuma la conducción del FMI.
Carsten es “el” candidato en caso de que eso ocurra, pero enfrenta la férrea oposición de los europeos, que lo ven como un aliado total de Estados Unidos, casi como su representante.
El mexicano tiene un enorme prestigio internacional –de hecho en sus respuestas de esta mañana Lagarde elogió en varias oportunidades la estabilidad financiera y macroeconómica de México, así como las reformas que realizó Peña Nieto- y es además el presidente del estratégico Comité Monetario del FMI, probablemente uno de los puestos más importantes del organismo, después del de Lagarde.
Sin embargo, Lagarde no pudo librarse fácilmente del tema. Sobre el final de la conferencia, un periodista de otro diario británico pidió “retomar la pregunta” de su colega del FT y le preguntó: “¿Cuántos votos cree que tiene entre los países socios, la posibilidad de que continúe con un segundo mandato?”.
“Si lo supiera se lo diría”, le contestó Lagarde entre risas, fue uno de los pocos momentos en los que abandonó su cortes, pero gélido tono institucional, matizado con obvios elogios a la cocina peruana y saludos en español –sólo saludos-.
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