Con la facilidad de poder hacerlo en español - el protocolo de ONU lo permitía porque es uno de los idiomas oficiales de esa entidad - Francisco expuso hoy ante la Asamblea plenaria de Naciones Unidas y abordó casi todos los temas críticos que expone la realidad mundial. Pidió la prohibición de las armas nucleares y entre otros puntos volvió a insistir con un tema que era recurrente en sus épocas de Arzobispo en Buenos Aires: La trata de personas a la que igualó, como a la prostitución, con la esclavitud.

En su discurso de poco menos de una hora, el Papa fue varias veces interrumpido por aplausos y aunque elogió la carta orgánica de la ONU como un instrumento útil para alcanzar la paz también advirtió sobre los que la eluden cuando no les resulta favorable y causan daños a las poblaciones, al medio ambiente y a la cultura. El alegato puede ser leído en línea con los crecientes cuestionamientos al poder de veto que - herencia de la posguerra - mantienen en la ONU, EE.UU, Rusia, Francia, Reino Unido y China.

En esa línea el Papa también cuestionó- en una entidad donde sus resoluciones no tienen poder vinculante - el "nominalismo declaracionista" que, dijo, solo sirve para "tranquilizar la conciencia". Sin embargo, no dudó en saludar el "imperio del derecho" y pidió "no renunciar a la negociación y al arbitraje". Precisamente hoy se conoció que la Corte de La Haya tratará finalmente el diferendo de Bolivia con Chile por la salida al mar del primero. Un reclamo al que adhirió Francisco en su reciente visita a Sudamérica.

Bergoglio también dió muestras de argentinidad con las referencias que hizo al Martín Fierro de José Hernández, la famosa estrofa de "Los hermanos sean unidos..." que ahora tiene trascendencia mundial, pero también a la Comunidad Organizada de Juan Perón ( se refirió a la ONU de esa manera) y hasta a la colonización ideológica, término que utilizó para criticar la búsqueda de uniformidad cultural que se busca imponer en cuestiones de género y familia y que se emparenta con la colonización pedagógica de Arturo Jauretche.

Como sucedió en su discurso en el Capitolio, fue este último uno de los pocos puntos en los que se alejó de una agenda que aquí en EE.UU el periodismo calificó como liberal, de izquierda y cercana a los demócratas.

Francisco fue incluso un poco más allá de lo que se permiten los demócratas norteamericanos. Cuestiono el rol de los organismos financieros internacionales que promueven una "sumisión asfixiante" e incluso volvió a emparentar el deterioro del medio ambiente con la exclusión social: "Hay que preservar el ambiente y vencer la exclusión social" afirmó.

Buscando tal vez confirmar que las suyas son las posiciones históricas de la Iglesia y espantar los fantasmas de los que lo ven como un Papa contrario a la tradición, se permitió citar al Papa Paulo VI en referencia a que el peligro no es el progreso tecnológico sino el uso que hace el hombre de esos instrumentos en búsqueda de lucro y poder.

Aunque evitó referirse al creciente debate sobre la legalización de las drogas como elemento renovador de la lucha contra el Narcotráfico si advirtió que el crecimiento de este "pone en riesgo nuestras instituciones".

La mención a Medio Oriente tuvo por su parte dos aspectos. Uno directo cuando condenó las persecuciones a las minorías religiosas en una clara alusión al EI y la matanza de cristianos pero también indirectamente puede leerse en línea crítica contra el fundamentalismo islámico su cuestionamiento a la imposibilidad que tienen las mujeres de educarse "en algunas partes del mundo".

Finalmente el líder católico volvió a insitir con su posición acerca de que la dignidad humana se vincula con la tenencia de Tierra, Techo y Trabajo. En este caso el reclamo se lo hizo directamente al público principal de la ONU:"Los gobernantes han de hacer todo lo posible para que todos puedan tener la mínima base material y espiritual para sostener su dignidad y su familia, que está dada por el techo, el trabajo y la tierra...".