Las horas posteriores a las elecciones recuperaron el minué que desde hace meses bailan el gobernador electo de Córdoba, Juan Schiaretti, y el candidato presidencial del kirchnerismo, Daniel Scioli.

El bonaerense contó, a primera hora, que había recibido una llamada del cordobés, que lo felicitaba por su triunfo en la PASO del domingo. La noticia cayó como una bomba en el peronismo provincial, cuyo líder es el gobernador José Manuel de la Sota, uno de los participantes en las primarias.

Es que la mujer de De la Sota, Adriana Nazario, es la segunda candidata a diputada nacional por Córdoba en la boleta que ahora irá pegada a la de Sergio Massa, como Carlos Caserio, un hombre del “Gallego” que irá primero en la lista de senadores de UNA en Córdoba.

En este contexto, Schiaretti debió aclarar de inmediato que hizo tres llamadas en la noche del domingo, para saludar a los ganadores de las principales fuerzas políticas: Mauricio Macri, Sergio Massa y, efectivamente, Daniel Scioli.

Luego, Schiaretti avisó que las negociaciones políticas de hoy a octubre serán llevadas adelante por el propio De la Sota, dueño del más de millón de votos conseguidos por su fracción dentro de UNA. De esa manera, el gobernador electo reconoció el liderazgo del actual mandatario cordobés.

Schiaretti parece tomar distancia, pero en realidad cuida las relaciones con Scioli. De hecho, manifestó varias veces que cree que tendrá un buen vínculo con el kirchnerista si éste logra retener para el oficialismo la Casa Rosada.

Hay un vínculo clave entre Schiaretti y Scioli, que comenzó a ser trazado hace cuarenta años, y que en las últimas horas recuperó su vitalidad.

Uno de las principales espadas de Schiaretti es Ricardo “Chauchi” Sosa, quien fuera secretario general de la Gobernación entre 2007 y 2011, y que es actualmente legislador provincial.

Sosa militó en los Setenta en las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) y conoció en aquella época al maoísta Carlos Zannini, también cordobés (de Villa Nueva).

Ambos estuvieron presos en el último gobierno de facto, por lo que el vínculo que los une es muy fuerte, ya que fue edificado en momentos muy difíciles.

Durante la primera gestión de Schiaretti, Zannini fue, vía Sosa y también por intermedio de otro ex maoísta, Raúl Sánchez, la palabra amable que encontraba en la Casa Rosada el siempre distante peronismo cordobés.

Ahora, para su segundo mandato, Schiaretti espera cerrar un acuerdo con el gobierno nacional por el dinero que la Provincia asegura que se le adeuda por la Caja de Jubilaciones (por el aporte de la provincia para financiar las jubilaciones nacionales) y por obras que construyó Córdoba pese a que eran tarea de la Nación. La suma ascendería, según el último cálculo de De la Sota, a los 12 mil millones de dólares. Ése es el principal asunto sobre el que conversan Zannini y Sosa.

Con ese acuerdo logrado, Schiaretti espera anular la reforma jubilatoria que rige en Córdoba, por la cual los aumentos en los haberes de los pasivos se pagan con una demora de seis meses; lo que implica un descuento por la inflación.

Levantar la reforma jubilatoria fue una de las principales promesas de campaña del peronista, y cree que negociando ahora es posible llegar a un acuerdo casi de inmediato a su asunción, lo que le daría un fuerte impacto mediático.