El gobierno de Enrique Peña Nieto lanzó una impresionante serie de licitaciones de nuevos gasoductos y obras energéticas por 10 mil millones de dólares que pueden reestructurar toda la ecuación energética de América del Norte.

El nuevo paradigma en materia de energía busca ensamblar a México con Estados Unidos para aprovechar el shale de Texas. Toda una decisión, teniendo en cuenta que México es uno de los principales productores de hidrocarburos del mundo. La decisión no es casual, la industria estuvo durante décadas bajo el control de la estatal Pemex, que por malas administraciones y corrupción ingresó en un fuerte declive en producción y exploración.

Peña Nieto lanzó una ambiciosa reforma del sector que por primera vez en la historia post revolucionaria de México incorporará capital privado. Pero las inversiones llevarán años en madurar. 

La propuesta es tan ambiciosa que incluye la construcción de un gasoducto de 250 kilómetros en Texas, que será enteramente financiado por México.

Pese su abundante riqueza petrolera, la nación azteca no se autoabastece energéticamente. Mientras tanto, el boom del shale oil y del shale gas le permitió a los Estados Unidos acabar con su dependencia de las importaciones que tanto la condicionó en el pasado y ahora hasta se da el lujo de exportar a otros países. La superpotencia pasó a ocupar los primeros puestos de productores de hidrocarburos e incluso algunos analistas pronostican que podría llegar a superar a Arabia Saudita.

Por ello mientras madura la reforma energética, Peña Nieto dispuso que la Comisión Federal de Electricidad (CFE), a cargo del impetuoso tecnócrata Enrique Ochoa, anuncie un paquete de licitaciones que tiene como núcleo duro la construcción de 2.300 kilómetros de nuevos gasoductos por un total de 6.600 millones de dólares. 

La propuesta es tan ambiciosa que incluye un tunel submarino que conecte el sur de Texas con México y la financiación completa por parte del gobierno azteca de 250 kilómetros de ducto en ese estado norteamericano, entre las localidades de Nueces y Brownsville.

Con estas obras, apenas en el 2018 México podría duplicar su stock de gas natural, equiparar los precios del fluido que se pagan en Houston y darle dos puntos extra de crecimiento al PIB del país, según reveló en El Financiero el columnista especializado Jonathan Ruiz Torre.

La opinión de los analistas

En diálogo con LPO México, Ramsés Pech, asesor de Grupo Caraiva y Asociados remarcó: “Estamos cumpliendo con la necesidad que el mercado energético pedía desde hace cinco años, y que en México no hacíamos caso. Sólo el 5% del presupuesto de Pemex iba destinado a la construcción y mantenimiento de ductos”.

Según la explicación del experto, el sistema nacional de gasoductos resultaba ya insuficiente, pues actualmente se demandan alrededor de 8 mil millones de pies cúbicos de gas y sólo hay una capacidad de transporte para 5 mil millones.

En esta línea, el director de investigaciones del CIDAC, Luis Sierra, explicó que este cambios de perspectiva no podría haberse aplicado sin la reforma energética, que permitió abrir el mercado a otros actores, ya sin el poder que tenía Pemex.

El secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldewell y el titular de la CFE, Enrique Ochoa.

Cuartoscuro

“Sin la reforma energética el sistema nacional de gasoductos estaba en manos de Pemex Gas y Petroquímica Básica, que era dueña del 90% de esta red y la otra parte era privada. Pero en realidad ellos eran consumidores y propietarios de la red al mismo tiempo", aseguró.

Algunos expertos en temas energéticos, como Miriam Grunstien, temen que puedan darle tal fuerza a CFE que la llevaría incluso a dominar el mercado, cuando la reforma energética buscó sumar más actores a la competencia.

El académico del CIDAC Luis Sierra, en cambio, descartó por completo esa hipótesis y asegura que -al contrario- se trata de rescatar a CFE de un panorama muy adverso. "Estas obras son para que pueda subsistir en el mercado", aseguró.

Y explicó su postura: "Las empresas que van a entrar al mercado -como Iberdrola- se podrían comer a CFE, que actualmente no es financieramente rentable. Porque si tu revisas su patrimonio, ha disminuido año con año, entonces realmente son medidas para poderla librar de una competencia desfavorable".

Por lo ambicioso, el plan lanzado por la CFE es visto por algunos especialistas como una reestructuración de fondo de la ecuación energética de toda América del Norte. Al venir estos gasoductos desde Estados Unidos, los analistas ven un beneficio para ambos países y en este sentido Sierra enfatizó: "A Estados Unidos lo beneficiará porque de alguna manera ellos van a tener excedente de producción gas, y para ellos es importante que México cuente con esta red porque desahogará su producción".

Pero además, los expertos ven a México como una potencial plataforma para comercializar el shale gas estadounidense hacia otras partes del mundo. "Ellos a partir de aquí puedan agarrar una base de exportación", pronotica Sierra.

De todos modos, para México en primera instancia significará una nueva posibilidad de hacer uso de un insumo que actualmente carece y que fue desatendido por Pemex por tantos años. Pero esto no se verá en el corto plazo, aunque sí se verá el beneficio en la entrada de flujos de inversión y empleos directos e indirectos con la construcción del gasoducto, coincidieron los analistas.

Todavía quedan algunos cabos sueltos. Por ejemplo, la falta de atención que se le está dando al sur del país, en estados como Oaxaca, Guerrero, Chiapas y Tabasco, quedando al margen del impulso económico y la inyección de recursos que se le está dando al norte del país por su estrecha cercanía a los Estados Unidos.

"El otro gran reto, si tenemos en cuenta que la infraestructura existente tiene ya más de 30 años, es generar las condiciones de que el volumen del ducto se utilice al 100% en su capacidad”, concluyó Pech.