Juan Manuel Urtubey fue reelecto por segunda vez pero no se quedó en Salta. En el mes que siguió a su victoria hizo actos por todo el país, se pronunció por Daniel Scioli sin pedir permiso y repitió una y otra vez que está dispuesto a ser candidato a presidente en 2019.

Ayer por la noche participó del acto de lanzamiento de Martín Insaurralde como candidato a intendente de Lomas de Zamora. “Junto a Martín militamos juntos por el fortalecimiento de este proyecto nacional”, celebró el gobernador.

Insaurralde fue aislado por la Casa Rosada por su coqueteo mediático con Sergio Massa y lo proscribieron de la elección a gobernador. Urtubey fue la única figura nacional en acompañarlo en su lanzamiento, un desafío al manual de acción del cristinismo.

Pero detrás de esa osadía se incuba una mayor: Urtubey es el aliado -o el instrumento- de Scioli para enviar señales al peronismo. Es en esta etapa su alter ego, aquel que está donde todavía no es conveniente para el gobernador hacerse presente. Se trata de una división de roles concertada, donde ambos ganan. Urtubey empieza a consolidar un perfil nacional acorde con sus sueños presidenciales y Scioli  suma un representante que acaso sintetiza su visión de futuro para el peronismo. Eso que llama "continuidad con cambios".

No es una alianza casual. El 5 de junio, el salteño se convirtió en el primer gobernador en pronunciarse por Daniel Scioli, cuando aún Florencio Randazzo representaba la esperanza del kirchnersimo duro y lo había escoltado en su reelección en Salta, en una foto que excluyó a Scioli por presión directa de Cristina Kirchner.

Urtubey no siguió sus consejos. Acompañó a Scioli a Santa Fe para apoyar a Omar Perotti y luego visitó en Tierra del Fuego a la senadora Rosana Bertone, candidata a gobernadora y otra de las pioneras -con el mendocino Paco Pérez- en apoyar abiertamente la aventura presidencial del ex motonauta.

Por sus recelos con Máximo Kirchner, Bertone no está cerca de La Cámpora, donde milita el concejal Marín Pérez, con chances de ganar la intendencia de Ushuaia.  

Ya en el fin de semana de su re reelección, Urtubey anticipó que no pensaba seguir la línea de la Casa Rosada: En charlas informales rechazó un liderazgo de la Presidenta durante un eventual gobierno de Scioli y anticipó que buscará un “rol institucional” para el Partido Justicialista, siempre ninguneado por el kirchnerismo.

“El que tiene la lapicera es el que manda”, insistió. No fue el planteo Diana Conti, que sigue hablando de “Cristina eterna” y puntea un sub bloque cristinista que pueda alcanzar 60 o 70 diputados, la mayoría del FpV.

El resto del peronismo estará representado por ex gobernadores como José Luis Gioja (San Juan) y Maurice Closs (Misiones) o el salteño Pablo Kosiner, a quien Urtubey nunca quiso adjudicarse, tal vez para desentenderse de sus cortocircuitos con Juliana Di Tullio.

De ese grupo de referentes provinciales saldrá un natural contrapeso a La Cámpora, decidida a convertirse en una minoría del PJ con Cristina como líder. Y Urtubey ya quiere ser el alfil de Scioli en esa discusión, algo así como fue el pampeano Rubén Marin con Carlos Menem, cuando le tocó hacer de contrapeso del bonaerense Eduardo Duhalde. Peronismo.