El ascenso de Darío Lopérfido a la conducción del Teatro Colón no fue un pedido de su ex compañero del Grupo Sushi y jefe directo, Hernán Lombardi, sino más bien una jugada para limar al ministro de Cultura de la Ciudad.

Fue Horacio Rodríguez Larreta quien cerró el ascenso con Lopérfido, que fue secretario de Cultura y Comunicación durante la gestión de Fernando de la Rúa, y se había alejado de la política tras la caída del último gobierno radical, hasta que Lombardi le dio un cargo menor y part-time, como organizador del exitoso festival de teatro Fitba -cuya administración conservará-.

El jefe de gabinete ideó el desembarco de Lopérfido en el Colón en lugar de Pedro García Caffi como una manera de aislar a Lombardi, que es el único ministro que se anima a blanquear su apoyo a Gabriela Michetti.

El resto de los ministros afines a la senadora, como es el caso de Daniel Chaín, no ocultan su simpatía por Michetti pero tampoco quieren enfrentarse a Larreta y para eso se atajan con el cómodo argumento de que harán lo que les pida Mauricio Macri, que ya dejó más que claro que quiere que su sucesor sea su jefe de Gabinete.

La apuesta de Larreta por Lopérfido no sólo es parte de su campaña para las primarias porteñas de abril: Le prometió que si llega a la jefatura de gobierno lo designará como ministro de Cultura, un cargo que ocupó durante la gestión porteña de De la Rúa. Se trató, como es obvio, de otro mensaje a Lombardi.

El flamante director del Colón tiene antecedentes de productor artístico y gestor cultural y en 1997 supo dirigir el Centro Cultural Ricardo Rojas que depende de la UBA y fue su plataforma de lanzamiento a la política grande.

Además, hace muy poco se casó con la actriz Esmeralda Mitre, nada menos que la hija del director de La Nación, Bartolomé Mitre, un aliado para nada accesorio en la pelea que Larreta tiene por delante.