Juan Manuel Abal Medina reemplazará a Aníbal Fernández como senador nacional por la provincia de Buenos Aires y completará su mandato hasta 2017, disfrutando del regalo político de recibir un mandato que traspasará la próxima transición  y le permitirá ocupar una banca en la Cámara Alta en los primeros dos años del próximo presidente. 

El ex jefe de Gabinete se sumará al bloque Frente para la Victoria, donde conviven en una tensa calma cristinistas y peronistas ortodoxos que trabajan para la candidatura de Daniel Scioli.

Este último grupo lo integraban entre otros los tres senadores más activos del Frente Para la Victoria: Miguel Angel Pichetto, Aníbal Fernández y Macelo Guinle, el chubutense que hace años preside la Comisión de Acuerdos y se tomó una sugestiva licencia el último mes de este año.

Fueron quienes frenaron todo lo que pudieron el pliego de Alejandro Vanoli, que finalmente se aprobará mañana.

Este grupo de díscolos disfrazados de disciplinados -o al revés- fueron quienes en julio empujaron sin éxito la licencia de Amado Boudou. 

Fue una idea gestada en la sede del Banco Provincia, donde el sciolista Eduardo Camaño recibía a menudo a los senadores y encargó a Roxana Latorre que cuestionara la continuidad del vicepresidente y buscara un efecto contagio en el bloque. Un par de telefonazos de Cristina le permitieron a Boudou volver a presidir una sesión. 

DyN

¿Premio o castigo?

Aníbal Fernández no pasó desapercibido esta semana: fue el único legislador que se atrevió a cuestionar la posible candidatura de Cristina como parlamentaria del Mercosur, una jugada creada -entre otros objetivos- para acorralar a Scioli en la primaria del Frente para la Victoria. “No tiene sentido. Es como tirarle un misil a una hormiga”, sostuvo Aníbal.

Con Pichetto lanzado para la gobernación de Río Negro, Aníbal era el principal candidato a reemplazarlo si diera un paso al costado en la jefatura del bloque para dedicarse de lleno a la campaña. Aníbal era además el único con intenciones reales de ocupar ese complejo rol justo cuando el peronismo se presta a iniciar un nuevo cambio de piel. “Es el único que labura, al resto hay que correrlo para que vaya a las comisiones”, se lo escuchó decir al rionegrino.

La relación de Aníbal con Scioli -con quien se reúne mucho más de lo que trasciende- no es un secreto en la Casa Rosada. De manera que la gran pregunta esta tarde en el poder era: ¿El pase de Aníbal al Poder Ejecutivo es un premio o un castigo? Pierde una banca clave, con tres años de mandato por delante, que ahora queda para un cristinista muy obediente y con limitada capacidad de daño político como es Abal Medina.

El trasfondo de estos cambios, en el capítulo que atañe al Senado es la guerra fría entre cristinistas y sciolistas. Ruperto Godoy, Marcelo Fuentes, Pablo González y Teresa Luna son algunos de los cristinistas duros que evitaron rebeldías de los peronistas más ortodoxos que hoy apoyan la candidatura presidencial del gobernador bonaerense. Fueron estos cristinistas -a los que se sumará Abal medina- los que además de bancar a Boudou en el recinto, en febrero garantizaron la asunción de Gerardo Zamora como presidente provisional.

Abal Medina se sumará así los cristinistas en medio de una campaña electoral que se hará sentir mucho en la Cámara alta, donde retumban los deseos y urgencias de los gobernadores.

En las últimas sesiones al Gobierno no le sobró para obtener la mayoría, por lo que era difícil esperar que Aníbal Fernández se tomara licencia y le restara un voto al oficialismo.

De hecho, la semana que pasó el Frente para la Victoria aprobó la ley de telecomunicaciones con 38 votos, uno más que la mayoría, que alcanzó con la ayuda del pampeano Carlos Verna, habitual opositor.

Sufrió las ausencias de Guilne (de licencia) y la salteña María Fiore de Viñuales, pero tuvo la ayuda para el quórum de Carlos Menem, a quien nunca controlan del todo.