Dilma Roussef eligió a Joaquim Levy como ministro de Economía para su segundo mandato, en el marco de un giro hacia un gobierno más “pro mercado” que le permita recuperar la senda del crecimiento.

Se trata de un economista de corte liberal, hasta ahora director del banco Bradesco, que se desempeñó como Ministro del Tesoro durante la presidencia de Luis Inacio Lula Da Silva.

Apodado “joven manos de tijeras” por su afición a los recortes de gasto público, Levy ya anunció un programa de metas fiscales para los próximos cuatro años, en donde buscará alcanzar un superávit del 1,2% del PBI.

Lo cierto es que durante la presidencia de Dilma, el crecimiento económico le fue esquivo-con cifras por debajo de la mitad del promedio de la década previa-, a lo que se le sumó un deterioro de las cuentas públicas: Brasil acumuló en los primeros diez meses del año un déficit fiscal primario récord de 11.600 millones de reales (unos 4.640 millones de dólares), informó el Banco Central de ese país.

Estos son los peores resultados de las cuentas públicas de Brasil desde 2002, lo que se debe al estancamiento de la economía brasileña, que acumula una expansión del 0,2 % entre enero y septiembre, según datos oficiales divulgados hoy.

Sin embargo, el interrogante que abre este giro ortodoxo de Dilma es si la economía del gigante sudamericano no va a desacelerarse todavía más, y con eso agudizar la depresión en la que se encuentra la Argentina desde que comenzó el año, o si, por el contrario, podría revitalizarla y así ayudar a dinamizar la actividad en estas pampas.

Esa fue la preocupación que expresó ante LPO el diputado del Frente Renovador, José Ignacio De Mendiguren. En diálogo con este medio, el ex titular de la UIA advirtió que “la política de ajuste de Dilma nos va a perjudicar en el 2015”. “Tenemos que salir de la caída de la actividad, que ya lleva un año, y esto no nos ayuda”, se lamentó.

“Esas políticas dan resultado en el mediano, largo plazo, pero en el corto eso impacta en un menor crecimiento de Brasil y por ende para la Argentina”, reflexionó el industrial.

Y es que se trata de un socio clave de la industria criolla. "Lo mejor es un Brasil creciendo rápido. Cuando no arranca, lo primero que hacen es tratar de ubicar esos productos" de este lado de la frontera, contó el legislador. 

De Mendiguren planteó que “no podemos esperar mucho de Brasil para que nos ayude el año que viene”. “En el corto plazo no soy optimista. La salida va a ser lenta y tenemos que ver si estas políticas tendrán éxito a partir del 2016”, analizó el diputado.

En la vereda opuesta, Aldo Abram, economista de la Fundación Libertad y Progreso, se mostró entusiasmado con el programa de Levy. El especialista explicó a este portal que “el impacto va a ser positivo” porque el país vecino va a crecer más, y con eso impulsará las compras de origen argentino.

“Las exportaciones argentinas a Brasil están correlacionadas casi en un 100% con su nivel de actividad, mientras que el tipo de cambio tiene un impacto marginal”, añadió. Incluso en el caso de las exportaciones industriales, la correlación es casi perfecta, amplió el especialista. En ese sentido,  en 2001 la Argentina en medio de la Convertibilidad, tuvo saldo comercial favorable con Brasil. Lo perdió en 2003 y sólo lo recuperó en 2009, "gracias" a la fuerte recesión local, rememora una columna publicada hoy en La Nación.

De Mendiguren disintió con esta posición. “Si pensaban resolver los problemas de competitividad con una devaluación, nos hubiera complicado más. Esa medida hubiera pegado un sacudón grande que hace complicado vender”, sentenció el asesor económico de Sergio Massa.

Es que los números muestran que aproximadamente el 80% de las exportaciones industriales se destinan al gigante sudamericano, un porcentaje que se mantiene dentro de las del sector automotriz.

Por eso Abram cree que "el gran problema que tuvimos fue que Brasil dejó de crecer y no continuó con sus reformas estructurales". "Ahí nos deja de comprar y se caen nuestras exportaciones industriales", dijo.

La promesa de una mayor inversión

Para Abram, la receta de Levy tendrá éxito porque “va a generar más confianza” por parte de los inversores y así los capitales, que en los últimos años se estuvieron yendo, regresarían al país. "Cada vez menos gente quiere invertir y prestarle", criticó.

Respecto a este punto, De Mendiguren señaló que el ingreso de inversiones recién se daría en el mediano plazo y por lo tanto no se registrarán en Brasil durante el año próximo, cuando impacte de lleno el ajuste que impulsa Levy.

“Con salida de capitales el país no puede crecer, porque es lo que financia la demanda interna”, sostuvo Abram. “El gasto crece, pero como se financia con impuestos, la gente consume menos, o si es con deuda, termina retirando el crédito que iba al sector privado”, puntualizó el economista.

“La gente saca plata del país porque tiene miedo de que el estado se descalabre”, comentó. "Hacía 20 años que no tenían déficit. Cuando tuvo sus cuentas en orden, Brasil creció a sus máximos", graficó.

De todas formas, recordó que “hacen falta reformas estructurales” que abandonó Dilma cuando llegó al poder, truncando así el proceso inaugurado por Enrique Cardoso y que continuó Lula Da Silva. Esas cuentas pendientes están, según Abram, en el sistema previsional, la infraestructura y en una presión tributaria "sumamente distorsiva".

"En los últimos cuatro años, a Brasil le faltó inversión", concluyó.