Hace no más de un mes, Florencio Randazzo reunió a su escueto círculo de colaboradores y fue tajante: “Que les quede claro algo: hoy soy presidente o me voy a mi casa. Es la única oportunidad que voy a tener para llegar, así que no voy a ir por menos”, afirmó.
Acto seguido, el ministro del Interior, convertido en candidato a presidente, repartió tareas. A cada dirigente le fue encomendada una provincia con la misión de reunirse con el gobernador y dejarle claro que van por todo, siempre dentro de la interna del kirchnerismo.
Uno de los radanzzistas de primera línea que estuvo ahí aseguró a LPO que según el ministro Cristina Kirchner lo respaldó para evitar allanarle el camino a Scioli. La prueba es que cada vez son más frecuentes los actos de gestión en los que participa.
La consigna principal es que por no haya un gobernador o intendente que especule con que al final del camino se conforme con suceder a Scioli.
Se lo dijo en los últimos días a varios intendentes como Hugo Curto (Tres de Febrero) y Mariano West (Moreno), donde fue a ver un operativo de documentación rápida, uno de los pilares de su gestión junto a las mejoras en el servicio ferroviario. Serán sus cartas de presentación en cada provincia.
Las provincias son su talón de Aquiles: según pudo saber LPO, algunas encuestas que llegaron a la jefatura de Gabinete lo dan con buenos números en Capital y provincia pero con mucho por crecer en el centro y norte del país, que concentra una importante porción del electorado.
Por eso lo primordial será recorrer el interior con la misma rutina: anuncio de gestión, reunión con referentes políticos y algo de prensa.
Hoy la cumplió en La Rioja donde reunió al gobernador Luis Beder Herrera y al intendente de la capital, Ricardo Quintela, quienes poco se simpatizan. “Nos une la gestión, acercarle soluciones al pueblo”, los abrazó Randazzo.
El viernes esperan un resultado similar en su visita a Río Negro, donde el gobernador, Alberto Weretilneck, empezó a coquetear con Massa, como respuesta a la sintonía que Miguel Pichetto muestra con Scioli.
Al ministro lo apaña la presienta pero no tanto La Cámpora, que marginó de su Ministerio cuando le colaron dos funcionarios en 2012. Ninguno tuvo funciones.
Los randazzistas puros no son muchos y son todos bonaerenses. Su mano derecha en el Ministerio es Nacho Casasola y de etapa como funcionario provincial lo acompañan en la gestión Marcio Barbosa, Ariel Franetovich (ex intendente de Chivilcoy, hoy a cargo de la CNRT).
También ex ministros de Felipe Solá como Gerardo Otero (ex ministro de Economía), Eduardo Sícaro (Servicios Públicos) y Eduardo Di Rocco (Justicia).
A los empujones en los cierres de listas logro un séquito de legisladores provinciales integrado por los senadores Norberto García y Alejandro Di Chiaria y los diputados Marcelo Feilú, Germán Cestona y su ex vocero Mario Caputo. En el Congreso lo representa la diputada María Eugenia Zamarreño, encargada de tejer lazos con el bloque oficialista.
Para abrirse camino, la consigna es que Daniel Scioli no representa la continuidad del kirchnerismo pero sin olvidar que ahora el enemigo es Sergio Massa.
“Ojo, si criticamos a los que están en el espacio se nos van a Frente Renovador. Y eso hay que evitarlo”, repite.
Sus laderos entienden como un problema que cada vez que se diferencia del Gobierno con algunas declaraciones, como el día que admitió que hay inseguridad, recibe el castigo de la Casa Rosada hacia adentro.
El plazo inicial es fin de año para ver hasta cuando pudo crecer y que tan lejos está de Scioli. Recién ahí puede empezar el mano a mano, para el que ya hay slogan: “Él es el candidato del establishment y nosotros de la gestión”.
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