El Gobierno nacional tomó nota del impacto negativo que el ajuste está provocando en el nivel de actividad económica, y lanzó dos nuevos planes para reactivar la creación de empleos, uno de los temas que desvela a una parte del Gabinete.

LPO reveló la semana pasada que en el Gobierno había una creciente preocupación por la pobre dinámica que viene mostrando la producción y por el impacto de la devaluación, el bloque de las importaciones y la inflación en el sector de las Pymes, el principal motorizador del empleo.

Ante eso, algunos funcionarios plantean que la Casa Rosada sólo tiene un mes y medio para lanzar un plan de reactivación y evitar un rebrote de la desocupación. A los oídos de esos funcionarios llegaron rumores de que muchas Pymes podrían entrar en quiebra en la segunda mitad del año.

La preocupación por la caída de la actividad quedó de manifiesto con tres medidas tomadas por el Gobierno entre lunes y martes.

La más importante es el proyecto anunciado por Cristina Kirchner para promover el trabajo en blanco, con el que se apuesta a regularizar 650 mil trabajadores en dos años. El plan está destinado principalmente a las empresas con hasta cinco empleados, y habrá beneficios para quienes incrementen su plantilla (hasta 7 empleados) y castigos para quienes despidan personal. También se buscan promocionar las contrataciones por 24 meses.

En el mismo sentido, ayer la ministra de Industria, Débora Giorgi, anunció que se destinarán 208 millones de pesos a pymes, emprendedores, parques industriales y conglomerados productivos para financiar proyectos de mejora de la competitividad y aumento de la productividad.

De acuerdo a un informe de la Fundación Observatorio Pyme (FOP) publicado ayer, si el crecimiento continúa estancado se perderían entre 400.000 y 1.200.000 empleos de pequeñas y medianas empresas.

La tercera medida con la que el Gobierno busca reactivar la actividad es la leve baja de tasas emprendida por el Banco Central. Tras la devaluación de enero, la entidad de Juan Carlos Fábrega emprendió una fuerte suba de las tasas con el objetivo de sacar pesos del mercado para frenar la disparada de precios y del dólar.

Más allá de ese objetivo, la suba de tasas es una medida típicamente recesiva ya que a su impacto en la caída del consumo se le suma el recorte de los créditos, algo que efectivamente viene sufriendo la economía argentina desde enero. Esta semana, el BCRA recortó levemente las tasas (un punto), en lo que podría configurar el inicio de una suavización de lo que el mercado considera un “ajuste monetario”.