Las peores sospechas se adueñaron del mercado, cuando sobre el cierre el Banco Central volvió sobre sus pasos y luego de dejar que toda la jornada el dólar oficial flotara libremente y superara cómodo los 8 pesos –llegó a tocar los $ 8,50-, liquidó más de u$s 100 millones de reservas para bajarlo en torno a los $ 8.
El retroceso de la entidad monetaria que conduce Juan Carlos Fábrega, se dio luego de una irrupción del ministro de Economía en las oficinas del Banco Central de la calle Reconquista.
Las idas y vueltas parecen confirmar la sospecha que lejos de estar instrumentando un plan de ajuste de la economía para ir eliminando las distorsiones macroeconómicas, lo que se vive es un nivel peligroso de internas y falta de coordinación entre el Banco Central y el Palacio de Hacienda, ante la aparente falta de conducción de la crisis de la presidenta Cristina Kirchner.
“Estás corriendo atrás de los acontecimientos, estamos fuera de control hoy mandan las fuerzas de la realidad”, explicó a LPO un importantísimo dirigente que sigue con extrema preocupación los acontecimientos.
En el mercado descuentan que tarde o temprano el Gobierno terminará de concretar el fuerte ajuste que está demandando la economía y que en los hechos concretos terminará en una brutal pérdida de poder adquisitivo y licuación de los sueldos de los trabajadores, junto a un ajuste del gasto.
No parece casual que la dinámica devaluatoria se haya acelerado como nunca en la década que el kirchnerismo lleva en el poder, luego que el Club de Paris confirmara el fracaso rotundo de la visita de Kicillof a esa capital europea para renegociar la deuda bilateral que Argentina mantiene en default con los principales países desarrollados, tal como anticipó LPO.
El propio ministro confesó que en el mejor de los casos llegar a un acuerdo llevará meses. El Club de Paris fue más tajante y confirmó ayer que desde su punto de vista las negociaciones ni siquiera comenzaron.
Argentina necesita cerrar ese frente así como el juicio que mantienen los holdouts en los tribunales de Estados Unidos, para poder regresar a los mercados internacionales sin riesgos de nuevos embargos y a tasas aceptables.
El fracaso de la movida del Club de Paris confirma que ese camino llevará mucho más tiempo del que otorga la crisis de pérdida de reservas y de ahí que ayer mismo Fábrega haya empezado a liberar el dólar oficial, en la razonable intención de no ser el presidente del Banco Central que firme la descapitalización de la entidad.
El problema es que Kicillof no parece totalmente de acuerdo con el giro como se vio en la jornada y acaso sigue creyendo posible salir de la crisis con la política de devaluaciones progresivas que todos los analistas ya dan pro fracasada.
No es la única diferencia que mantiene con el titular del Central. Tampoco esta de acuerdo en bajar el gasto y el nivel de emisión, porque considera que se trata de medidas recesivas y que no tienen relación con la inflación.
Así, el Gobierno terminó la jornada en el peor de los mundos: Destruyó fuerte el poder adquisitivo de trabajadores y jubilados con una devaluación del peso de al menos el 15% en 48 horas, pero sobre el final se asustó y intentó moderar la pérdida de valor del peso, sufriendo un drenaje de reservas de más de u$s 100 millones y lo más grave, confirmando al mercado la sensación que no tienen ni un plan ni un diagnóstico común, para enfrentar la crisis.
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Sólo se dedica a cubrir casilleros en la burrocracia estatal - por supuesto, con buenos sueldos - con sus amigotes, como si estuviera a cargo de un centro de estudiantes, y no de la economía del país.
LA DEKADA HURTADA.