El Gobierno finalmente decidió instrumentar una muy fuerte devaluación del peso, negada hasta el hartazgo por Cristina Kirchner. El dólar oficial cerró a $7,75 pero durante la rueda llegó a tocar los $8,50, en una de las jornadas financieras más calientes que se recuerden durante el kirchnerismo.
El peso sufrió así hoy una fuerte devaluación del 7,90 por ciento -la mayor devaluación para un día desde mediados de 2002-, que sumada al 3,3% que se devaluó ayer coloca la depreciación del peso en un histórico 12% en apenas 48 horas.
La decisión de liberar el dólar oficial -atenuada sobre el cierre cuando el Central liquidó u$s 100 millones de reservas- no logró achicar la brecha cambiaria, ya que el dólar paralelo se disparó hoy hasta 13,20 pesos y mantuvo la diferencia de cotizaciones por encima del 70 por ciento la diferencia de la divisa.
Lo ocurrido en las últimas dos jornadas parece indicar un cambio radical en la política de devaluaciones progresivas o "crawling peg" que intentó el ministro de Economía, Axel Kicillof, que fracasó estrepitosamente. Además, podría revelar diferencias entre Kicillof y el titular del Banco Central, Juan Carlos Fábrega, que ayer sobre el final de la jornada liberó la divisa, como reveló LPO.
Esa decisión de ayer hizo que el peso sufriera la mayor devaluación desde 2002 -hoy ampliamente superada-, al subir 25 centavos y cerrar en $ 7,12. Hoy esa tendencia se mantuvo desde el inicio de las operaciones y pasado el mediodía la suba se disparó y alcanzó los $8,50 para la venta, según confirmaron fuentes del mercado a LPO.
Sin embargo, sobre el final de la jornada, el Banco Central volvió sobre sus pasos y vendió 100 millones de dólares y el precio final para la venta del mayorista fue de $7,74 pesos, confirmando ademas que en las últimas semanas el negocio financiero escaló a proporciones escandalosas.
Mientras tanto, en el mercado paralelo -el único donde es posible conseguir dólares libremente- este jueves la moneda subió casi un peso y terminó cerrando a $13,20, una escalada de 8,2%.
Las subas de ayer y hoy tienen que ver con la decisión del Banco Central de no intervenir en el mercado como lo hacía habitualmente para que las subas fueran moderadas. Esta estrategia fue defendida hoy por Jorge Capitanich, que dijo que la devaluación no fue inducida, pero es evidente que se trata de una estrategia deliberada.
Analistas ya empezaron a advertir los riesgos de instrumentar una devaluación tan fuerte sin un plan visible que coordine con la otras variables macroeconómicas.
Ayer, una fuente del sistema financiero confió a LPO que el Central se retiró del mercado en los últimos minutos y fue en ese momento que se disparó el valor de la divisa, dejando a los privados que operaran libremente. Hoy, la liberación se hizo desde el arranque mismo de la jornada, para ser moderada sobre el final luego de la irrupción del ministro Axel Kicillof en el Banco Central.
La duda es hasta donde dejará el Gobierno flotar el dólar oficial y si es posible que se atreva a dejarlo suelto hasta que encuentre un punto de equilibrio con el mercado paralelo, para desarmar en esa instancia el cepo.
Es evidente que a los valores en los que hoy se ubica el blue se trata de una decisión explosiva ya que implicaría una devaluación brutal que podría destrozar el poder adquisitivo de trabajadores y jubilados, además de provocar una inflación de consecuencias imprevisibles.
En todo caso, lo peligroso es que la devaluación se realiza sin aviso previo, lo que está provocando que en el mercado impere la incertidumbre total sobre la política monetaria.
Para el Gobierno, el beneficio de esta nueva estrategia es frenar fuerte las importaciones y la salida de dólares por viajes al exterior, que ya están sufriendo los primeros impactos. Quienes se benefician también son los productores agrícolas que retienen la producción y apenas en un día logran una ganancia que ronda el 20%.
Pero para el equipo económico que encabeza Axel Kicillof también se generan graves problemas. En principio, esta situación debería derivar en una suba de las tasas de interés para evitar que los pesos que están depositados en los bancos se fuguen hacia el mercado negro de dólares, dañando el sistema financiero.
Además, el Gobierno podría ver agravado el déficit ya que las importaciones de energía demandarán cada vez mayor cantidad de pesos. Lo mismo sucederá para la industria nacional, dependiente en gran parte de los componentes importados. Esta situación obviamente tendrá un fuerte impacto inflacionario ya que los nuevos costos serán trasladados a los precios que pagan los consumidores argentinos.
Se trata, en definitiva, de medidas claramente recesivas.
Esta nueva estrategia del Gobierno crea además una política monetaria inédita en el mundo. En ese momento, Argentina tiene un sistema combinado de flotación libre del tipo de cambio para el comercio exterior y cepo para el resto de las operaciones.
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