Axel Kicillof se hizo formalmente cargo de la energía el año pasado cuando todavía era viceministro de Economía. Sin embargo, apenas estalló la crisis de los cortes de luz el ahora titular del Palacio de Hacienda eludió todo pronunciamiento público y no se lo vio atendiendo ninguno de los múltiples frentes que abrió la debacle del sector.

Mal o bien las únicas caras visibles del Gobierno en estas dos largas semanas de ola de calor brutal e interminables cortes de luz, fueron el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich y el ministro de Planificación, Julio de Vido. El joven camporista no apareció ni para cuestionar a las concesionarias privadas del sector, rol que suele atraerle.

La desaparición de Kicillof en esta crisis se vuelve más gravosa por lo ampuloso que fue su desembarco en el área energética, donde entró a los portazos denunciando más o menos de manera explícita la corrupción de los largos años de gestión de Julio de Vido y su mano derecha Roberto Baratta.

Ambicioso como es, ni bien Cristina le asignó la responsabilidad de "ordenar" un sector que según su propio diagnóstico era una catástrofe, Kicillof reunió a los empresarios del sector junto a Guillermo Moreno y el secretario del energía Daniel Cameron y planteó un cambio “revolucionario” en la relación con los concesionarios.

El viernes 24 de agosto del año pasado, Kicillof envió un correo electrónico a las empresas para pedirle información sobre sus costos fijos. Su plan, revolucionario, se trataba de fijar un “costo plus” -remixado de la vieja Segba- para definir la reentabilidad de las empresas eléctricas y determinara sí también el nivel de inversiones.

Recién en ese proceso, repetía el entonces secretario de Economía, se vería si era necesario un ajuste de tarifas.

Uno de los primeros escucharlo fue el fallecido secretario del gremio de Luz y Fuerza Oscar Lescano. “En 30 o 45 días se resolverá la crisis energética”, le garantizó ante el asombro del sindicalista.

Por aquella época, en una incursión en el Senado, dio más detalles. “Antes las tarifas estaban dolarizadas y eran de las más caras del mundo en dólares para todos los servicios públicos que se habían privatizado; ¿Era algo llamativo, no?”

“ Hoy hay algunos que hablan de atraso tarifario, de aumentos tarifarios, pero lo cierto es que es una política deliberada de mantener tarifas que estén sosteniendo la competitividad y las condiciones de vida de la población”, explicaba.

“Se está avanzando muy rápidamente, se ha propuesto un cambio de esquema que es público porque ha salido en los diarios que está más fundado en la necesidad del país y en los costos del país que en los precios internacionales”, confió esa vez.

Pero todo quedó en la nada. En ningún caso anticipó propuestas de inversiones para ampliar las líneas de media y baja tensión, que este año y medio hubiera aminorado los cortes de energía de las últimas dos semanas.

De hecho, tal como anticipó LPO, el Comité de Crisis comprobó que la mayoría de los cortes se dieron en zonas donde no hubo inversiones mientras que en las que sí existieron, el servicio funciona normalmente.

Aunque no existieron anuncios que lo desvincularan del área, Kicillof dejó de hablar de energía en noviembre del año pasado, cuando el primer golpe de calor dejó a la mayor parte de la ciudad de Buenos Aires sin luz.

Para ese entonces, las empresas de energía prácticamente quebradas por el ahogo tarifario, habían dejado de pagar a Cammesa, la distribuidora de energía, actitud que no habían tenido ni en los momentos más críticos.

Como sea, el silencio y la inacción de Kicillof en los momentos críticos empieza a ser una marca registrada desde que asumió de ministro. Estaba de viaje cuando los gobernadores acordaron una suba sideral a los policías tras duras protestas, que abrieron un panorama incierto para las paritarias y para toda la macroeconomía, con especial impacto en la inflación y las delicadas finanzas provinciales.

En estas casi dos semanas con cortes de luz y protestas en las calles ni se lo vio. Tampoco se sabe si está refugiado en su casa de Colonia, Uruguay. O si prefirió desentenderse del servicio que no brindan las empresas que prometió controlar.