Desde la etapa de campaña Donald Trump ha tenido una relación compleja con el New York Times. Neoyorkino de cepa, el presidente ha coqueteado con la cobertura del diario desde los años ochenta cuando su nombre comenzó a convertirse en uno de los símbolos de la era del exceso y los millonarios. Son famosas las historia en las que Trump llamaba a los reporteros de sociales de la gran manzana y fingía ser "el publicista del señor Trump" para filtrar los supuestos amoríos de su jefe con las modelos más famosas del momento. El presidente aprendió desde joven cómo manipular a los medios, y fue este talento el que le permitió construir una marca de alcance internacional sustentada en un par de proyectos inmobiliarios exitosos. Su llegada a Washington no cambió el estilo de Trump, por el contrario, como presidente ha mostrado una capacidad incomparable para manipular la cobertura, sin importar que ésta sea negativa o positiva.

Con todo y que la cobertura del Times ha sido una de las más críticas de su presidencia, se sabe que el presidente frecuentemente habla off the record con Maggie Haberman, corresponsal del diario en la Casa Blanca, a pesar de que en varias ocasiones la ha atacado desde su cuenta de Twitter y la ha acusado de propagar noticias falsas. Este domingo Trump reveló con picardía que había tenido una reunión "muy interesante" con Arthur Gregg Sulzberger, director editorial del diario, con quien aseguró haber discutido el tema de las "fake news" y cómo fue que llegó a acusar a los medios de ser los "Enemigos del Pueblo".

La respuesta del Times no tardó en llegar. Sulzberger tomó la dirección editorial apenas en enero, es tataranieto del fundador del NYT, hijo, nieto y bisnieto de exdirectores del diario, y su padre todavía ocupa la presidencia del grupo. El editor publicó un comunicado contradiciendo el tuit optimista del presidente.

"Mi principal propósito para aceptar la reunión fue comunicar mis inquietudes sobre la problemática retórica anti-prensa del presidente", arranca la carta. El editor explica más adelante que le dijo a Trump directamente que su lenguaje "no sólo era divisivo sino cada vez más peligroso".

«Le dije que, aunque la frase "fake news" es falsa y dañina, estoy mucho más preocupado sobre su etiqueta para los periodistas como "los enemigos del pueblo". Le advertí que este lenguaje inflamatorio está contribuyendo al incremento de amenazas contra periodistas y va a resultar en violencia».

Llama la atención la parte en la que Sulzberger parece querer justificar su reunión con el presidente "anti-periodistas": "Esta [reunión] no fue inusual; ha sido una vieja tradición de los editores del New York Times sostener estas reuniones con presidentes y otras figuras públicas que tengan preocupaciones sobre la cobertura". Más adelante: "Pero con el tuit de esta mañana del señor Trump, él ha puesto la reunión en los registros, así que A.G. ha decidido responder a la caracterización que hizo el presidente de su conversación".

Sulzberger hizo énfasis en que los ataques del presidente contra el periodismo ponían en riesgo la vida de los profesionales de la información y "menoscaban los ideales democráticos de nuestra nación [...] y uno de los principales productos de exportación de nuestro país: el compromiso con el libre discurso y la libertad de prensa".

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Trump pronto cambió el tono. Horas después respondió a la misiva del heredero mediático con una serie de tuits en los que cuestionó la veracidad de los medios mainstream.

«Cuando los medios - vueltos locos por su Síndrome de Desquiciamiento Trump - revelan las deliberaciones internas de nuestro gobierno, ¡realmente ponen en peligro las vidas de muchos, no sólo periodistas! ¡Muy antipatriótico!», condenó. «La libertad de prensa también viene con la responsabilidad de reportar las noticias de forma veraz. [El] 90% de la cobertura de mi Administración es negativa, a pesar de los tremendamente positivos resultados que estamos logrando, ¡no sorprende que la confianza en los medios esté en un bajo histórico! No voy a permitir que nuestro gran país sea vendido por los haters anti-Trump en la moribunda industria editorial. No importa lo mucho que intenten distraer y ocultarlo, ¡nuestro país está progresando bajo mi liderazgo y nunca voy a parar de luchar por el pueblo estadounidense! Como ejemplo, el fallido New York Times y Amazon Washington Post no hacen nada más que escribir historias negativas sobre cada logro positivo - ¡y nunca van a cambiar!».

El director editorial del New York Times A.G. Sulzberger junto a su padre y antecesor Arthur Ochs Sulzberger Jr.

La división ideológica mediática entre neoliberales y neoconservadores que arrancó con la llegada del canal Fox News en los noventa incrementó de manera dramática en los últimos dos años, desde que Trump llegó a la Casa Blanca. A diferencia de otros presidentes, Trump ha puesto las diferencias de los medios al centro del debate, y ha alabado a los que son generosos con su cobertura y criticado a los que considera injustos. Ya desde la campaña cooptó el título de fake news, originalmente usado para los cientos de medios falsos que aparecían semana a semana en Facebook, y lo utilizó para etiquetar a organizaciones de corte liberal como CNN, el Washington Post y el propio New York Times.

Es común que Trump ataque públicamente desde el podio a los reporteros que cubren sus eventos y durante sus mítines de campaña con frecuencia dirige abucheos contra el corral de prensa. Esta semana la Casa Blanca vetó a la corresponsal de la CNN por hacer una pregunta que molestó al presidente. El resultado fue que prácticamente todos los medios, incluyendo a Fox News, ocuparan espacios importantes en prime time o en sus primeras planas para hablar del veto, tiempo y espacio que ya no dedicaron a otros asuntos que incomodan más al presidente. 

Este mismo domingo el mandatario lanzó una tercera serie de tuits, esta vez para cuestionar la imparcialidad del investigador especial del Russiagate Robert S. Mueller III, a quien acusó de trabajar para los demócratas y de tener como base para su caso un dossier financiado por Hillary Clinton.

Este lunes inicia el juicio del ex director de la campaña presidencial de Trump, Paul Manafort, quien podría terminar con una sentencia de prisión de por vida por media docena de crímenes, entre ellos conspirar contra los Estados Unidos y lavado de dinero. Si Trump ha demostrado una cualidad con el paso de las décadas es su entendimiento de la forma en que operan los medios. Es difícil imaginar que la tormenta de tuits haya llegado por casualidad un día antes de que arranque el juicio más escandaloso del año. El presidente abordó en el mismo día tres temas diametralmente distintos como la migración, el Russiagate, y las fake news. Como si hubiera puesto un bufete para que sus seguidores y los medios tuvieran en qué ocuparse mientras su ex director de campaña lucha por su libertad. No importa si los ciudadanos le creen o no a Trump, al final del día cumple su propósito de enturbiar el ecosistema mediático y agregar interferencia y debate.