AgustÃn Rossi y Cristina Kirchner pasaron marzo con una fallida ilusión: juntar a la oposición en Diputados y debilitar al Gobierno como hicieron en diciembre, cuando el santafesino tuvo su regreso triunfal frustrando el primer intento de Cambiemos para sancionar la reforma previsional.
La ex presidenta habÃa impuesto a Rossi y no a Axel Kicillof como jefe de bloque para apostar a la unidad peronista, que promueve con un anhelo mayúsculo al final del camino: una primaria amplia en 2019 que defina un rival de Macri capaz de ganarle en un ballotage.
El megadecreto de desburocratización calzaba justo para consolidar esa idea en el Congreso y asà lo entendió Cristina cuando ordenó a sus legisladores firmar con el resto de la oposición los dictámenes de rechazo en la bicameral e intentó convencerlos de anularlo cuanto antes en el recinto.
Pero Argentina Federal, el bloque de los gobernadores, que habÃa rechazado el polémico decreto desde el primer momento, optó por volver al esquema 2016: negociar con el Gobierno, facilitarle el quórum y aprobar las leyes con algunos retoques. Sólo le agregó un discurso más belicoso.
Rossi hizo todos los intentos para sumarlos a sus planes. No los expuso con un pedido de sesión especial y hasta filtró a algunos de ellos en sus reuniones para sumar fraternidad.
Uno habrÃa sido el jujeño José Luis Martiarena, para sorpresa de los kirchneristas de paladar negro, que desde esta madrugada volvieron a pedir la radicalización del bloque, o sea, dejar de ver la fusión peronista en el horizonte.
En la sesión se vio la primera señal del avance de los ultras: sobre las bancas del FpV-PJ se exhibieron carteles que reclamaban la libertad de Carlos Zannini y Julio De Vido, pero también de Luis D'ElÃa y Milagro Sala.
Los camporistas no ignoran que la defensa pública a Sala a inicios de 2016 fue una de las excusas de 17 de sus pares para romper y formar el Bloque Justicialista.
En diciembre ese sector se amplió a 34, 30 menos que el FpV-PJ pero suficiente para que ayudar a Cambiemos a llegar al quórum y aprobar leyes, no sin antes retocarlas.
"Es muy probable que los diputados de La Cámpora empiecen a pegarle a los gobernadores más seguido", vaticinaban en el kirchnerismo, golpeados por una sesión que los tuvo de meros testigos.
Rossi, hasta ahora, evita confrontar con los mandatarios y mucho menos con sus diputados leales. Y se preocupa por contener a monobloques aliados como el mendocino Omar Félix y la santafesina Alejandra Rodenas.
Pero el Congreso no hizo más que sumarse a la zaga del rupturismo peronista de los últimos dÃas, que empezó con un acto poblado de figuras K en San Luis.
Siguió con el anuncio de un asado de gobernadores y Miguel Pichetto para el 6 de abril en Gualeguaychú y tuvo otro capÃtulo este mediodÃa, con un nuevo vacÃo a la reunión del PJ, convocada por José Luis Gioja.
En Cambiemos es todo algarabÃa. "Haber recuperado el vÃnculo con el Bloque Justicialista fue un logro grande", respiraban aliviados, tras un verano sin sesiones por temor a nuevos incidentes y el desinterés de la Casa Rosada por rearmar un esquema de acuerdos solido. Los decretos no ayudaron.
Para reabrir el recinto, el martes al mediodÃa Emilio Monzó fue con Nicolás Massot y Mario Negri a la Casa Rosada y garantizaron que el megadecreto no volverÃa a correr riesgo si se eliminaba la posibilidad de crear fideicomisos en Anses, en uno de los tres proyectos sustitutos.
Ya habÃan cedido al borrar el embargo de las cuentas sueldo y la flexibilización a lo bienes del Estado. Mario Quintana y Marcos Peña lo aceptaron a regañadientes.
El Frente Renovador quedó desdibujado y aunque se exhibe intransigente, no siempre se entusiasma con la conjunción opositora cuando se le presenta la oportunidad.
Graciela Camaño desechó una posibilidad de hacer caer la sesión por una picardÃa de Rossi y terminó a los gritos de madrugada, cuando Cambiemos y Argentina Federal dejaron sus bancas vacÃas para no tratar la aprobación o anulación del megadecreto.
Para los dirigidos por Pablo Kosiner era una discusión saldada con las leyes parche y sus modificaciones, pero Camaño presionó en la reunión de labor parlamentaria para incorporar los dictámenes del DNU al temario.
Le dieron el gusto pero la dejaron hablando sola con el kirchnerismo, el Movimiento Evita y el Frente de Izquierda. Para aportar confusión, un rato antes, durante el debate en particular Marco Lavagna habÃa gestionado cambios en los proyectos que él y su bloque no habÃan votado. El macrista Daniel Lipovetzky le concedió varios.
Monzó festejó otros datos. Consiguió el respaldo de cinco de los seis diputados del Frente CÃvico por Santiago, que en diciembre habÃan sorprendido con un tres y tres. La única rebelde sigue siendo Claudia Ledesma Abdala, esposa de Gerardo Zamora, que se fue y no votó. Nadie la precisaba.
Las leyes pasarÃan sin problemas por el Senado, porque el viernes técnicos del bloque de Miguel Pichetto y el de Kosiner se vieron para pulir detalles de los textos finales. Estaban decididos a aprobarlos.
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M.E.Vidal 2019 Gobernadora
se caerá solo.