Emilio Monzó reparte sus días en dos tareas: resolver engorrosas cuestiones burocráticas, como el conflictivo control biométrico del personal, y negociar las autoridades de las comisiones que empezarán a funcionar en marzo.

Las definiciones no son muchas, tal es así que cuando los diputados de Cambiemos lo sondean reciben una repetida evasiva: "Estoy abocado a cuestiones administrativas".

Saben que es una verdad a medias. En estos días le confirmó a Guillermo Montenegro que será presidente de la Comisión de Seguridad, en reemplazo del radical Luis Petri, flamante vice segundo de la Cámara.

Monzó quiere 21 de las 45 presidencias para Cambiemos, 10 de ellas para PRO. Pero para aislar al kirchnerismo necesita del interbloque federal, que exige sostener la Comisión de Trabajo. 

La apuesta de Monzó es garantizar para Cambiemos 21 de las 45 presidencias: 10 para el PRO, 8 de la UCR y 3 asignadas a diputados de la Coalición Cívica.

En diciembre Luciano Laspina ratificó su control de Presupuesto y Eduardo Amadeo quedó a cargo de Previsión Social.

Continuarían Gabriela Burgos (UCR) al frente de Legislación Penal, Pablo Tonelli (PRO) de Asuntos Constitucionales, Diego Mestre (UCR) de Justicia y Daniel Lipovetzky (PRO) de Legislación General, todas sensibles para el Gobierno.

Pero el problema, claro está, es que para aislar al kirchnerismo, la segunda fuerza con 64 miembros, Monzó debe contentar al interbloque federal, referenciado en los gobernadores y con 31 diputados.

Su presidente, el salteño Pablo Kosiner, mantuvo varias reuniones con Monzó esta semana e insiste en que no firmará la paz sin sostener las presidencias que tuvo el Bloque Justicialista estos dos años: Pymes (a cargo de Kosiner), Obras Públicas (el pampeano Sergio Ziliotto) y Trabajo (el petrolero Alberto Roberti).

Esta última es la más relevante, porque coordinará los debates de los tres proyectos de ley presentados por Cambiemos para reemplazar la fallida reforma laboral.

Télam

Como contó LPO, Jorge Triaca pidió en diciembre que no le entregue la Comisión a la oposición, pero Monzó le explicó que no es fácil dejar contentos a los únicos aliados posibles.

Y tampoco buscar otro argumento para marginar al kirchnerismo como ya hizo en la bicameral de trámite parlamentario, donde asignó a 5 de los 8 diputados para Cambiemos, que tiene el 40% de las bancas.

Tuvo que reinterpretar el reglamento: tomó la representación de cada fuerza según el sistema D'hont y no con proporciones simples, como se acostumbra.

En diciembre los conducidos por Agustín Rossi soñaban con la presidencia de la comisión de agricultura, pero por estas horas en Cambiemos asegura que será para el radical Atilio Benedetti.

Y también le arrebatarían Salud, reservada para Carmen Polledo, amiga personal de Mauricio Macri. Nadie imagina que Juicio Político no siga a cargo de Álvaro González, tras cumplir en estos años la misión de todos los Gobiernos: no reunirla nunca.

No hay fecha para que las comisiones queden conformadas, porque Monzó está habilitado a integrarlas cuando las fuerzas políticas definan los nombres.

Recibió ese poder en la sesión preparatoria, con el respaldo clave el interbloque federal, al que ahora no puede desairar tan fácil. Por eso negocia en silencio.