La cobertura del New York Times sobre la polÃtica mexicana abrió en los últimos años una enorme paleta de sospechas en Los Pinos. En plena navidad, una polémica nota sobre el supuesto uso discrecional de la publicidad oficial para "controlar" y "censurar" a la prensa local causó un filoso contraataque de Juan Francisco Ealy Ortiz, propietario del Universal.
"Con su enorme presupuesto de publicidad, el gobierno mexicano controla los medios de comunicación", fue el explosivo tÃtulo del periódico estadounidense. AllÃ, uno de los medios apuntados fue El Universal, al cual se lo catalogaba con elegancia de oficialista.
El reportaje recordaba algunos de los recientes conflictos editoriales del "Gran diario de México", como las denuncias contra Ricardo Anaya en plena construcción del Frente Opositor o la renuncia masiva de sus columnistas en protesta por la lÃnea editorial que tomó El Universal en relación al Sistema Nacional Anticorrupción.
Los Ealy Ortiz no se quedaron en silencio, y en un durÃsimo editorial, contraatacaron al NYT, sugiriendo explÃcitamente que se está haciendo eco de intereses de actores polÃticos mexicanos, justo en la antesala de la campaña presidencial de 2018.
"Con esta cobertura parcial, el periódico estadounidense es utilizado por personas que tienen intereses polÃticos y en algunos casos vendettas personales, o envidias. ¿Se preguntará The New York Times a qué intereses está sirviendo al publicar opiniones interesadas y malintencionadas proporcionadas por algunas de sus fuentes?", acusaron en su columna.
No es la primera vez que las notas, columnas de opinión o investigaciones del NYT -siempre muy crÃticas sobre la administración de Enrique Peña Nieto- despiertan dudas sobre las motivaciones que se podrÃan esconder detrás de esa lÃnea editorial.
El NYT destapó, por ejemplo, la investigación sobre el ya célebre software Pegasus, que según esa publicación se habrÃa utilizado para espiar a activistas y dirigentes de la oposición. O sacó un puñado de columnas exigiendo libertad de prensaen México, justo cuando Carmen Aristegui intentaba regresar a la radiofonÃa con un proyecto independiente.
Carlos Slim se convirtió durante esta administración en el sospechoso de siempre. Aunque ya anunció que venderá más de la mitadde su participación, el magnate mexicano ostenta 17% de los tÃtulos del periódico, siendo asà el principal accionista. Logró esa posición en 2009, cuando aportó 250 millones de dólares, en momentos en los que la casa editorial parecÃa ingresar en quiebra.
Por supuesto, Slim suele repetir entre empresarios que jamás pisó la redacción del NYT, y que las acusaciones en su contra sólo demuestran el desconocimiento sobre cómo funciona periodÃsticamente esa compañÃa. Todos argumentos que no terminan de convencer a sus adversarios polÃticos.
Slim, Televisa y Los Pinos
Los roces polÃticos entre Slim y Enrique Peña Nieto comenzaron durante la campaña presidencial de 2012, cuando el mexiquense anunció que fomentarÃa la competencia en todos los sectores concentrados. La Reforma en Telecomunicaciones sólo agigantó esas diferencias, pues el dueño del Telcel entendió que Los Pinos habÃa favorecido a Televisa.
La Reforma de EPN introdujo, entre otros cambios, el concepto de preponderancia, que se aplica cuando un agente económico tiene una participación en su sector mayor al 50% del mercado. Por supuesto, sobre las firmas preponderantes recaen obligaciones que equilibran la competencia.
El cabildeo detrás de estas leyes fue enorme. HabÃa mucho en juego. Acaso el punto más importante de la pelea fue el modo de medir esa dominancia. Los analistas más rigurosos pedÃan que sea evalúe el desempeño de las compañÃas en cada uno de los servicios: Tv de aire, telefonÃa fija, internet, televisión de paga.
Pero la presión de las compañÃas logró que se agrupe esa evaluación en "sectores": la radiodifusión -radio y TV abierta- y la telecomunición -internet, telefonÃa fija y móvil, y televisión restringida-. El resultado fue que Televisa terminó como preponderante en radiodufisión y América Móvil en Telecomunicaciones.
Para muchos analistas, este presunto "empate" entre las compañÃas de Carlos Slim y Emilio Azcárraga fue en realidad una virtual victoria de la televisora. Es que el Grupo Televisa cuenta también con una enorme participación -a través de Sky, Izzy y otras firmas- de 65% Tv de paga.
La victoria era por partida doble, porque aunque Televisa ostentaba el 65% del mercado de televisión restringa, el dominante en ese sector era Slim. Dicho de otro modo: no sólo no recaÃan sanciones sobre sus empresas, sino que su competidor debÃa retrasar su proceso de convergencia hacia el Cuádruple Play.
Un detalle: en Televisa también creen que Slim operó también sobre The Wall Street Journal, cuando reveló una denuncia anónimacontra ejecutivos de Televisa por "fraude, corrupción" y desvÃo de dinero proveniente del gobierno federal, polÃticos y gobernadores mexicanos.
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