Una insólita medida judicial terminó llevando agua para el relato de victimización del ex presidente de Cataluña, Carles Puigdemont, que desde su exilio en Bruselas está lanzado a una efectiva campaña para las elecciones autonómicas del próximo 21 de diciembre.

Un juez no tuvo mejor idea que resolver una disputa de décadas entre la ciudad catalana de Lleida y Aragón -símbolo de todo lo español que resisten los catalanes- por la propiedad de 44 piezas históricas compradas por el Museo de Lleida para que sean devueltas a su lugar de origen, el monasterio de Villanueva de Sijena.

El operativo provocó una movilización popular para resistir lo que se vivió como un despojo y un castigo más del Estado español, ya que el juez montó un operativo militar con vallas y gran despliegue de camiones blindados y decenas de efectivos de la Guardia Civil, que rodearon el museo y entraron a llevarse las piezas poco después de las tres de la madrugada.

La brutalidad del operativo trajo recuerdos de la salvaje represión a familias y mujeres que protagonizó la misma Guardia Civil el día del plebiscito y abonó el discurso de independentistas como Puigdemont que dicen ser víctimas de una revancha de ribetes fascistas del Estado español.

Hubo empujones, golpes de porra, cargas policiales, contusos y llantos de los pobladores que se acercaron a tratar de defender el patrimonio de su museo. Un patrimonio que ahora quedará herrumbado hasta que las autoridades de Aragón decidan donde ubicarlo, porque el monasterio original no está en condiciones de recibir el material histórico.

"Las compramos, las restauramos y nos las robaron", se quejaban en las redes catalanes indignados.

Lo cierto es que el episodio abona el discurso de Puigdemont que arrancó la elección bien abajo, por los menos 15 puntos por debajo de su ex vice y hoy preso, Orilo Junqueras y este lunes se supo que luego de una remontada impresionante está a menos de un punto peleando la posibilidad de ganar la elección con los anti independentistas de Ciudadanos.