Mexico
Rescates: Crónica de la lucha contra la muerte
LPO recorrió los derrumbes más dramáticos. Una historia de solidaridad y coraje tras el temblor.

 Al llegar al cruce de las calles de Bolívar y Fray Servando Teresa de Mier todo lucía como en estado de emergencia. La cantina Mundial había cerrado y mujeres policías formaban la primera barrera para impedir el paso a las multitudes que aún hoy se arremolinan en este punto ofreciendo su ayuda, descargando víveres y medicinas, con la mirada perdida en los restos de la tragedia.

Por la mañana del martes, en universidades como en oficinas y negocios, los chilangos salieron al simulacro de las 11:00 sin darle mayor importancia. Un par de horas más tarde, un temblor real de 7.1 grados cimbró al centro del país.

De inmediato, Reforma se inundó de gente que desalojó por completo -quizá como pocas veces- las torres de la orgullosa arteria central del DF. Algunos llevaban un casco, otros portaban el número de sección de su empresa, lo más sólo ostentaban desconcierto en sus rostros. "Para todos fue una horrible sorpresa", dijo Fernanda, colombiana que trabaja en la megatorre de Reforma 222.

"Sentí el jalón en la cocina, tomé a mi hijo, bajé del edificio y luego escuché la Alerta Sísmica", cuenta Arianni, vecina de la Cuauhtémoc, una las colonias más afectadas por el sismo junto a la Narvarte, Condesa, Del Valle, San Antonio Abad y Xochimilco.

No sabía como calmar a mi sobrina, embarazada, mientras desde la calle veíamos derrumbarse el multifamiliar. Ella gritaba y al mismo tiempo escuchábamos gritos de auxilio y no sabía a quien atender primero, recuerda Pedro.

"No sabía cómo calmar a mi sobrina, está embarazada y ya estábamos en la calle, pero nos tocó ver cómo se cayó el multifamiliar. Ella gritaba y al mismo tiempo escuchábamos gritos de auxilio y no sabía a quién atender primero", recuerda Pedro sobre el edificio colapsado en Escocia, entre Gabriel Mancera y Nicolás San Juan.

Luego del jalón, el horror

El horror pronto invadió la ciudad. Por todos lados hubo alertas de fugas gas, se comenzó a hablar de edificios derrumbados y en las mejillas de personas pegadas a su celular las lágrimas cayeron entre la confusión. A la pregunta "¿Estás bien?" en los grupos de WhatsApp, siguió lo inaudito: "Restos de Soriana Taxqueña", con imágenes y videos que la televisión recogería.

Rescates: Crónica de la lucha contra la muerte

El Heroico Cuerpo de Bomberos, a su máxima capacidad, subió y bajó por Insurgentes. A las afueras de la Secretaría de Seguridad Pública, uniformados esperaron impacientes las órdenes de sus mandos, mientras que indicaban sobre la reducción de velocidad a 50 km/h y el encender las luces intermitentes a los vehículos que transitaban por la calle de Londres.

Las imágenes se replicaban en el resto de las vialidades de la ciudad, con los servicios del Metro y Metrobús suspendidos temporalmente.

"Riesgo Calidad Cristales", se leyó en la banqueta de un inmueble de la Narvarte, del cual -como en la PGR en Reforma- cayeron cristales de las ventanas rotas y fragmentos de piedras de las paredes. La capital llena de barricadas.

Un convoy de camionetas rotuladas rústicamente con las palabras "Brigada" o "Brigadistas" y escoltadas en la vanguardia y en la retaguardia por motocicletas, se abrían camino entre los autos de División del Norte. Casi al instante, el vehículo motorizado más apto para moverse en las arterias viales chilangas fue la moto, que llevaría de norte a sur a paramédicos equipados hasta con oxigeno o a brigadistas perfectamente ataviados y armados con pala o pico. Sin embargo, frente al tráfico de ambulancias, camiones del ejército y camiones de trascabo, la dejó ver su potencial entre los miembros solidarios más aventureros.

El vehículo más apto para moverse en la calles atestadas, en medio del caos y la confusión fueron las motos, que llevaban paramédicos, tubos de oxígeno y hasta brigadistas con sus picos y palas.

Cuando no había llegado la calma, cayó la noche y los capitalinos empezaron el lento regreso a sus casas, entre escombros y calles atestadas, sin semáforos, o oscuras y con el miedo sobre la piel, cada vez que se percibía el maldito olor a gas. Los saldos de la tragedia apenas.

Pero la noche siguió

El presidente Enrique Peña Nieto canceló su visita a los estados afectados por el temblor pasado del 7 de septiembre y apareció de un instante en otro en las inmediaciones del Colegio Enrique Rébsamen, el corazón simbólico de la tragedia, donde decenas de niños perdieron la vida y por lo menos dos niñas más se encuentran aún atrapadas bajo los escombros.

"¡Malditas casualidades! Dos temblores en menos de quince días son una tragedia, y que el último sea justo el 19 de septiembre es una maldita casualidad", comenta Ernesto, un obrero de 56 años que asegura haber perdido a su hermana el 19 de septiembre de 1985.

Las dramáticas tareas de rescate en la escuela Rebsamen.

"Ella vivía aquí cerquita y yo vine a buscarla. También anduve quitando piedra en esa ocasión, pero para mí era una obligación, no entendí en ese momento por qué gente extraña venía a ayudarnos, a mí y a mi familia. Pero, mira, yo vengo desde Ecatepec hasta acá, porque creo que ahora me toca apoyar a las familias de quienes estaban en este edificio", afirma Ernesto sobre las obras de rescate en la fábrica textil de la calle Chimalpopoca, en la colonia Obrera.

"El edificio se vino abajo como mazapán", agrega un trabajador del estacionamiento de enfrente, quien tomó su lugar en la cadena humana que recibe cubetas con piedras y escombros y regresa medicinas, agua o alimento.

Fue en ese lugar donde el secretario de gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, fue agredido y corrido cuando hizo acto de presencia. Desde ese momento hasta la entrada de la Marina por la madrugada, los voluntarios organizaron el rescate entre gritos de "pregúntenle al ingeniero" o "háblenle al de la grúa", mientras por los megáfonos se exigió la presencia y asistencia de la unidad canina, de paramédicos y de protección civil.

Sin proponérselo, en 1985 la sociedad mexicana tomó las calles para descubrir que había nacido, por ello su bautizo: "sociedad civil". En 2017, salió de nuevo como por obligación, con todo el sentido y la voluntad de ayudar, de ser solidarios. Por la noche, en Chimalpopoca, cualquiera que levantó un trozo de cemento pudo atestiguar esto.

Las cadenas solidarias en las colonias más afectadas.

Hoy por la mañana, en distintos puntos de las demarcaciones afectadas, decenas de personas amanecieron afuera de sus hogares "por el riesgo de una réplica que termine de tirar el inmueble", como señaló un vecino de la Cuauhtémoc, o "porque la evaluación apuntó que todo el edificio ya no es habitable", como confesó un argentino de la Juárez.

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