Los Nobel de la Paz, Rigoberta Menchú, Shirin Ebadi, Oscar Arias Sánchez, Lech Wałęsa y Adolfo Pérez Esquivel hablaron frente a más de 25 mil personas reunidas en el Monumento a la Bandera en Rosario. "Queremos que este día sea recordado como el puntapié inicial para la construcción de una comunidad con más energía y paz", dijo Guillermo Whpei, presidente de la Fundación para la Democracia que organizó el evento con el lema "una acción por un mundo menos violento".

Es la primera vez que cinco premios Nobel de la Paz se reunieron en la Argentina. Y una multitud se convocó para escucharlos hablar en el encuentro "Voy por la Paz", una inciativa nacida en Rosario para reflexionar acerca de la violencia en todas sus formas, los conflictos actuales del mundo y por sobre todo, la necesidad de poner a la paz como un tema urgente de la agenda.

El comienzo en el Monumento a la Bandera estuvo a cargo de Shirin Ebadi, la primera mujer musulmana en recibir el Nobel, y que lleva más de 30 años apoyando a las víctimas de la represión del régimen iraní sostuvo: "Estamos reunidos hoy para caminar juntos hacia la paz, ésta es una elección que depende de nosotros. Para esto debemos liberarnos de la pobreza y luchar contra todas las formas de corrupción, que es justamente la que empobrece a los pueblos y genera la falta de justicia social y crea las guerras en las sociedades en las que vivimos".

Luego fue el turno del polaco Lech Wallesa el líder gremial creador de Solidaridad, el primer sindicato libre detrás de la cortina de hierro, que enfrentó al régimen comunista. Wallesa llamó a "unificar el continente (americano) y a pensar juntos cómo aprovechar a cada persona para mejorar su existencia y la de los demás". "No desperdiciemos la oportunidad que tiene esta generación. Así como hemos superado adversidades en el pasado, ahora vamos juntos a solucionar los problemas de hoy", señaló el Nobel de 1983.

A su turno, Rigoberta Menchú, líder indígena ganadora de 1992, por sus denuncias al genocidio maya en Guatemala, saludó a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, y las reconoció como "un aporte a la historia de la justicia, la equidad y de las luchas de conciencia". Las consideró "un ejemplo para aquellas madres que hoy lloran porque sus hijos viven en situaciones de esclavitud contemporánea."

Por su parte, Oscar Arias Sánchez ex presidente de Costa Rica y Nobel de 1987 por haber logrado pacificar centroamérica en plena Guerra Fría entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, expresó que "la paz no es un altar inamovible fijado en el centro de las plazas. Es una convicción y sobre todo una forma de actuar no garantizada por siempre, sino que debemos labrarla en cada uno de nuestros días y con cada decisión". "Hoy nos corresponde retomar las luchas basadas en las ideas, nos toca izar de nuevo la bandera que ilumine la senda de la paz como objeto superior de la civilización humana". "Los dolores que quedan son las libertades que faltan", citó entre aplausos.

El argentino Adolfo Pérez Esquivel, Nobel de la Paz en 1980, dijo que "tenemos que hacer caminar la palabra para construir la paz, no sólo en nuestro país sino en todo el mundo porque no podemos ser indiferentes al dolor de los pueblos." En esa línea, enfatizó: "La paz no es la ausencia de conflictos. La paz se construye con la participación de los pueblos cuando son protagonistas y productores de su historia, y hoy estamos construyendo la historia aquí mismo". Y finalizó: "Muchos de nosotros somos sobrevivientes del horror, pero no hemos perdido la capacidad de sonreírle a la vida y continuar la lucha por un mundo mejor. No podemos bajar los brazos porque el día que dejemos de sonreírle a la vida estaremos vencidos y eso no podemos permitirlo jamás."

El empresario Guillermo Whpei, autor de esta iniciativa señaló que "todos podemos construir paz". "Mientras haya hambre, desnutrición infantil, marginación, xenofobia, no va a haber paz. No nos acostumbremos al horror, cuando un chico come de la basura, debemos revelarnos, yo sé que lo podemos hacer. Porque nuestras vidas empiezan a terminar cuando guardamos silencio de las cosas que verdaderamente importan, señaló, no nos quedemos callados, hablemos de las cosas que importan". Dijo que su sueño es "que este día sea recordado como el puntapié inicial para la construcción de una comunidad con más energía y paz." Al cierre de su discurso pidió a la multitud un minuto de aplausos por la paz: "Que sea un llamado que desde Rosario llegue a todas partes del mundo", dijo.

El cierre fue una postal emotiva, los cinco Nobel y más de 25 mil personas, cantaron "Solo le pido a Dios" junto a León Gieco, Jairo, Raúl Porchetto, Hilda Lizarazu, Peteco Carabajal, Patricia Sosa, Lito Vitale y Juan Carlos Baglietto.