En el cÃrculo rojo de México se repite hasta el hartazgo que el mayor enemigo de Andrés Manuel López Obrador es su propio dogmatismo. Su aversión a entrevistarse con el establishment económico y los liderazgos de la polÃtica le costaron -según esta teorÃa- la elección de 2006. Toda la izquierda recuerda el pedido de reunión de Elba Esther, que el entonces perredista rechazó sin matices, y llevó a la maestra a sellar el pacto con Felipe Calderón.
Verdad o mito, esa cerrazón ya no existe. La PolÃtica Online reveló en las últimas semanas los reiterados encuentros de los asesores de AMLO con encumbrados personajes de los negocios. AT&T se acercó para preguntar por la reforma de telecomunicaciones y expresó su preocupación por los supuestos lazos con Carlos Slim. Bank of America pidió un decálogo público de principios anti-chavistas.
Las reuniones con fondos de inversión se repiten para transmitir mensajes de tranquilidad, mientras López Obrador teje una red de vÃnculos con los principales factores de poder de México. El desembarco de Esteban Moctezuma fue la primera huella de un trayecto que une al lÃder de Morena con Ernesto Zedillo. Los contactos con Santiago Levy confirman que el ex presidente priista ya no tiene carnet de "la mafia del poder".
Las televisoras son un capÃtulo aparte. Los nexos con Tv Azteca se aceitaron con el propio Moctezuma. Ahora, un nuevo jugador se sumó a los equipos de Poncho Romo: el abogado Ulrich Richter, cuyo estudio jurÃdico ha trabajado muy de cerca en varios casos del Grupo Salinas.
El puente con Televisa lo realiza Marcos Fastlicht, suegro de Emilio Azcárraga. El apoyo de este empresario se conoció hace algunas semanas, pero LPO pudo confirmar que ambos representantes de la TV integran los equipos del Grupo de los 50 en la elaboración de un programa de seguridad. No son apoyos ni expresiones de deseos: las televisoras ya participan activamente del programa de gobierno.
AsÃ, López Obrador deja atrás el resentimiento con Azcárraga, que comenzó a gestarse en 2004 -con los videoescándalos- y terminó de explotar en 2006, con la acusación de que Televisa le daba la espalda frente a las denuncias de fraude. Quedaba sepultada la relación de amistad que mantuvieron durante gran parte de su sexenio como Jefe de Gobierno.
Otros nombres del establishment empiezan a tomar impulso. LPO reveló los debates por momentos inconducentes que se dan al interior del grupo de asesores que comanda Romo. Las miradas económicas más abiertas -la necesidad de tomar deuda para infraestructura, por ejemplo- colisionan con los principios de la izquierda militante más dura, que pide un cambio de régimen en toda su amplitud.
En ese contexto, AMLO le sugirió a Poncho Romo congelar las reuniones multitudinarias que ocurrÃan en las oficinas de Vector de Santa Fe. Una mesa más chica, organizada por Adolfo Hellmund López y con acceso sólo para los cuadros más técnicos, comenzó a reunirse en estas últimas semanas. De allà saldrán los pilares del modelo obradorista.
Hellmund López es egresado del TEC, con maestrÃa en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, fue director general de Crédito Externo de la SecretarÃa de Hacienda en el sexenio de Carlos Salinas y director adjunto del Banco SerfÃn, la entidad de los Garza Sada -la rama de Armando, del Grupo Alfa de Monterrey- que terminó como Santander.
Esos son los nuevos perfiles que empiezan a copar las zonas de influencia de López Obrador, que sin embargo se guarda la exclusiva tarea de dialogar con los sectores más vulnerables. Lo que más le gusta, lo que más le rinde. Sin mostrarlo públicamente, el lÃder de Morena ya conduce ese trabajo sucio de construir un proyecto para los sectores más decisivos del poder mexicano.
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