Luego de la feroz derrota que sufrió el gobernante PRI en las elecciones de gobernadores del 2016 donde perdió más de la mitad de los 12 estados en juego, el presidente Enrique Peña Nieto entendió que el reclamo por la corrupción rampante minaba las chances de su partido de mantenerse en el poder en las presdienciales del año próximo.

Así, lanzó una implacable cacería contra tres gobernadores de sus propias filas, símbolos de la corrupción y los manejos mafiosos. El más emblemático fue el gobernador de Veracuz, Javier Duarte, en su momento muy cercano a Peña Nieto y mencionado como uno de sus los más fuertes aportantes a su campaña presidencial.

Veracruz es uno de los estados más poblados de México y fue un bastión del PRI hasta que este año cayó en manos del panista Miguel Angel Yuñez. Su antecesor, de visibles rasgos sicopáticos, ostentaba el horrible récord de ser el gobernador con más asesinatos de periodistas y un historial de corrupción y ostentación digno de un zar.

Luego de meses de infructuosa búsqueda y una acción zigzagueante de la administración de Peña Nieto -acaso inquieta por los secretos que atesora Duarte-, este sábado su gobierno pudo anunciar que el ex gobernador fue detenido en Veracruz por Interpol en Guatemala en el municipio de Panajachel, tras pasarse casi medio año prófugo.

El ex gobernador de Tamaulipas, Tomás Yarrington.

Cuartoscuro

Lo mismo ocurrió la semana anterior con el ex gobernador de Tamaulipas, Tomás Yarrington, otro priista de nota, que fue detenido por agentes de Homeland Security en Florencia, donde intentaba pasar desapercibido bajo una identidad falsa y luego de cambiar su rostro con una cirugía estética.

En ese caso Homeland Security se involucró en su búsqueda por los vínculos del ex gobernador con el narco a muy alto nivel, al punto que se sospecha que estaba en Italia por su relación con la mafia calabresa Ndrangheta, se supone la organización criminal más poderosa del mundo.

Estados Unidos comenzó a tironear de inmediato a México para que le extradite al ex gobernador. Hasta ese punto es clave.

Las acusaciones contra Yarrington comenzaron en noviembre del 2011, cuando el cadáver de un empresario conocido como Alfonso Peña Argüelles fue tirado en una vía pública en la ciudad fronteriza de Nuevo Laredo, Tamaulipas. Junto al cadáver se encontró un mensaje firmado por Los Zetas, quienes acusaban al hermano de Peña de haber lavado dinero para Yarrington.

Después de un caso judicial en San Antonio, Texas, la DEA acusó a Yarrington de haber lavado millones de dólares de Los Zetas y el Cártel del Golfo durante su gobernación. La información se obtuvo después de que Antonio Peña-Argüelles, un supuesto miembro de un cártel de la droga y hermano de Alfonso, declaró que Yarrington tenía lazos fuertes con varios líderes de Los Zetas.

También se lo acusó de haber sido cómplice en la matanza de Rodolfo Torre Cantú, el ex-candidato para la gobernatura de Tamaulipas en el 2010, que según las crónicas de ese momento habría sido ejecutado por el Cártel del Golfo.

Como sea, con las infinitas complejidades, traiciones y pactos cruzados e incumplidos que caracterizan a la alta política mexicana, Peña Nieto se anotó con estas dos detenciones dos triunfos políticos innegables, al mostrarse como implacable contra la corrupción, al punto de ir nada menos que contra dos ex gobernadores muy importantes de su propio partido.

Con la detención del ex gobernador de Veracruz, Peña Nieto puede decir que su administración ya detuvo a dos de los tres ex gobernadores prófugos: Sólo queda sin atrapar el ex mandatario de Chihuahua, César Duarte.