Cristina Kirchner aún no definió si será candidata en las elecciones pero desde sus dirigentes más cercanos hasta sus enemigos acérrimos se mueven como si lo fuera.

Unos y otros saben que la ex presidenta siempre actuó igual: pasó un buen tiempo insinuando martingalas polémicas para finalmente tomar el camino más racional, típico pragmatismo peronista.

Esperó al final para definir sus dos candidaturas presidenciales y en 2015, cuando muchos preveían que desplazaría a Scioli, terminó consagrándolo.

Este año muchos creen que el final también será el esperado y la expresidenta será candidata a senadora por la provincia de Buenos Aires, la elección más esperada del año. Pero algunos voces hablan de que podría competir en Santa Cruz. Se trata de distraer.

Justamente, Cristina está en Santa Cruz, pero no para pasar desapercibida: sus seguidores de twitter la vieron opinar de casi todos los temas de actualidad, más que cualquiera de los funcionarios ya declarados en campaña.

Según supo LPO, en enero la visitaron dirigentes cercanos. A todos les habló hasta cuatro horas y los dejó con la sensación de que competirá.

“Vos tráeme encuestas y a último momento voy a definirlo”, le respondió a Víctor Santa María, uno de los sindicalistas que nunca se corrió de su lado. La clave, creen, será saber cuando vuelve a Buenos Aires y si vuelve a su casa rápido y ya se queda de campaña permanente. 

Sus cuatro soldados firmes son Oscar Parrilli, Martín Sabbatella, Teresa Parodi y el intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi, quienes fueron las caras visibles del Instituto Patria.

Ferraresi dijo sin vueltas que trabajará por “la unidad del peronismo” y porque Cristina “sea candidata este año”. El primer objetivo parece cada vez más cercano, tras la conformación de una mesa política ayer en el PJ bonaerense, con representantes de todos los sectores.

Fernando Espinoza, presidente del PJ, habló de “un frente” ya armado para competir, que intentará sellar el 14 de febrero en Santa Teresita.

Cristina seguirá esas reuniones desde el sur, donde sigue con igual interés la escena política regional, con diálogos frecuentes con el presidente de Ecuador Rafael Correa y la brasileña Dilma Rousseff.

Correa está pronto a convertirse en otro presidente retirado con voz propia, una sugerencia de Cristina, quien en la intimidad adjudica la crisis de Brasil al silencio de Lula Da Silva tras abandonar el poder en 2010.

En octubre, Correa condecoró a Cristina junto a la fórmula presidencial que apoya, integrada por su vice Lenin Moreno y quien ocupara ese cargo hasta 2013, Jorge Glas.

Temeroso que se desmarquen de su línea confrontativa, recordó que en Argentina “alguien convenció” a Daniel Scioli de actuar así y perdió por un punto. No quiere que le pase.