Diputados
Cómo se gestó la unidad opositora que modificó Ganancias
Las gestiones de los referentes y el rol de históricos operadores. El cálculo fallido del Gobierno.

El lunes a las 23 horas Oscar Romero, jefe del bloque justicialista, convocó a sus colaboradores a estar a las 9 de la mañana del día siguiente para una cumbre opositora destinada a acordar un dictamen único sobre el impuesto a las ganancias.

Lo había llamado Sergio Massa, tras especular todo el día sobre si la mejor salida era esperar una oferta del Gobierno que no iba a llegar: desde el viernes Luciano Laspina tenía la orden de no mover ni un peso el mínimo no imponible y así se lo hacía saber a Marco Lavagna.

El hijo del ex ministro, que mostró este año una docilidad política desconocida, había pasado el lunes hablando con Axel Kicillof y negándolo. El ex ministro nunca ocultó que su intención era acordar un proyecto único con la oposición.

Sin embargo el jueves prefirió no sumarse al dictamen consensuado entre Bossio y Massa y fue por uno rebuscado, pero con la creación de los mismos impuestos troncales: a la renta financiera y al juego.

La decisión de no negociar del Gobierno acrecentó la figura de históricas operadores del Congreso que este año tallaron poco, como Graciela Camaño (Frente Renovador) y Teresa García (Frente para la Victoria), rivales en los duelos de 2010, cuando la oposición de aquel entonces se unía y le marcaba la cancha al kirchenrismo.

El jueves en la comisión, García advirtió que los dictámenes de FpV-PJ y el Frente Renovador quedarían con la misma cantidad de firmas y le pidió a Carlos Heller sumarse y lograr que el de su bloque sea el segundo, después del oficial.

Eso le permitía un margen de negociación mayor con Massa, porque sería el proyecto de Kicillof el primero en tratarse en caso de fracasar el de Cambiemos. Y así sucedió.

Ya en el recinto, García y Camaño supieron que Cambiemos iba a poner a sus 80 diputados a hablar para estirar la votación hasta la madrugada y mientras tanto presionar una vez más a los gobernadores.

Con Rogelio Frigerio en China, Marcos Peña los llamaba para pedirle bajar a sus diputados. Uno de los últimos en recibir presión fue Gustavo Bordet (Entre Ríos), quien no sacó a ningún diputado suyo de la sesión. 

Tras chequear que estaban los números, García y Camaño llevaron a sus diputados al recinto y pidieron una moción para votar inmediatamente. El apuro valió la pena: le sobraron once votos. 

El FpV-PJ, que viene dejando decenas de bancas vacías en las votaciones, sólo tuvo la ausencia de Dulce Granados, de licencia hace meses.

La influencia de los gobernadores fue mínima: del FpV-PJ sólo votó en contra el sanjuanino Alberto Tovares y del bloque Justicialista se torcieron los dos riojanos: Luis Beder Herrera y Teresa Madera.     

Schiaretti, que pasó estos dos días con Marcos Peña, alejó 2 de 6 diputados de su bloque (Blanca Rossi y María Brezzo), los misioneros y neuquinos cumplieron con la Casa Rosada pero no otros bloques provinciales y monobloques que se suponían aliados del Gobierno. 

Entre los primeros estuvieron los seis del Frente Cívico de Santiago y también sorprendieron votando con Massa y el kirchnerismo el salteño Alfredo Olmedo, el tucumano José Orellana y Eduardo Fabiani, del bloque de Darío Giustozzi (Juntos por Argentina). 

Antes pasó un día de negociaciones que empezó en despacho de Romero, donde llegaron Sergio Zilliotto y Pablo Kosiner (bloque justicialista); Lavagna, Camaño y Daer (Frente Renovador); Kicillof y Juan Cabandié (FPV-PJ).  Otro dato que golpea la estrategia del Gobierno: los dos primero son leales a los gobernadores Carlos Verna (La Pampa) y Juan Manuel Urtubey (Salta). 

Se sabía que no iba a ser complicado negociar el mínimo no imponible, porque los dictámenes opositores no eran tan disimiles.

La diferencia era la actualización y prevaleció la idea de Kicillof de tomar el 10% de mayores ingresos como base para gravar Ganancias. Se enumeraron una serie de deducciones y, lo más importante, evaluaron la recaudación que podían traer los nuevos impuestos.

Este último dato era clave para la reunión que por la tarde tuvieron Massa y Lavagna en el Senado con Miguel Pichetto, encargado de convencer a sus pares de creer en esos cálculos y no en los de Alberto Abad, como finamente ocurrió. 

Tanto es así, que como contó Lavagna en el recinto, el proyecto opositor, como fue presentado, los deja con más plata, porque limita el esfuerzo fiscal a los 27 mil millones previstos en el presupuesto.

El resto de los impuestos son suficientes para cubrir los 65 mil que cuesta la reforma. Mientras que el del Gobierno estiró el impacto fiscal fijado en la ley de leyes (dice que a 40 mil, para la oposición a más de 50) y sólo previó recaudar 6000 con el impuesto a los tragamonedas.

Lo demás lo afrontaban en forma conjunta entre Nación y las Provincias, que ya sufrieron este año con la baja de Ganancias de marzo (otros 50 mil millones) la merma de las retenciones de soja (el 30% va a las provincias) y medidas de impacto fiscal como exenciones a pymes y jubilados.

“Los gobernadores entendieron que necesitan reactivar el consumo hasta para cobrar las tasas municipales”, explicaba Kicillof en el salón de los pasos perdidos, donde la oposición fue la estrella excluyente. Por primera vez se unió y le marcó la agenda al Gobierno.


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  • 2
    Enrique ECHALAR
    07/12/16
    23:36
    Entre bueyes no hay cornadas, cualquiera sean sus razas ...!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
    Responder
  • 1
    jolis
    07/12/16
    17:19
    bien por la oposición se puso los pantalones, todavía no son largos, son bermudas, espero sigan estirando
    Responder
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