Estados Unidos
Hillary se impuso a Trump, que anticipando una derota se negó a confirmar que aceptará el resultado
El republicano mordió el anzuelo de las provocaciones de Hillary y terminó en el barro.

Este miércoles se enfrentaron por última vez los candidatos a la presidencia de Estados Unidos Donald Trump y Hillary Clinton en el tercer debate del ciclo electoral. Moderado por el periodista Chris Wallace de la derechista Fox News, los candidatos se enfrentaron en Las Vegas, Nevada. Trump arrancó con fuerza y logró asestar buenos golpes contra Clinton, y aunque tuvo que hacerlo atacando políticas de Barack Obama, fue obvio que puso a Hillary en un lugar difícil y a la defensiva.

Para los que han seguido de cerca esta elección desde aquel lejano junio de 2015, lo que se vio fue el clásico Trump. Empezó con calma. Tirando buenos golpes secos y distanciándose de su oponente. Los jabs de Hillary parecían no conectar. Trump logró contenerse y no interrumpió a Clinton.

El magnate logró contenerse, seguramente se preparó para todos los ataques, hasta que Hillary presionó, entonces Trump no pudo resistirse a morder el anzuelo.

Cuando Wallace los puso a discutir política migratoria, el magnate la confrontó con aquel discurso filtrado por Wikileaks donde Hillary habló de una América sin fronteras, “dijo ´mi sueño es un hemisferio de mercado abierto, con comercio abierto y fronteras abiertas´”, atacó Trump. Hillary trastabilló e intentó argumentar que sólo hablaba de energía eléctrica, lo que confirma que sea quien sea el que gane, Estados Unido se prepara para una nueva etapa de proteccionismo.

Antes de eso, cuando Clinton trató de desestimar por impráctico el plan de Trump de deportar a millones de indocumentados, él le recordó una de las verdades que extrañamente nadie menciona: “Bajo Barack Obama millones han sido deportados, nadie habla de eso”. Hillary desvió el tema y respondió que ella se negaba a separar familias.

"We have bad hombres here", dijo Trump, en un intento por ser chistoso.

Más adelante, cuando Hillary intentó pegarle con un clásico –su romance con Vladimir Putin y Rusia– Trump logró absorber el golpe y devolverlo con cierta habilidad, pero luego derrapó. Clinton protestó la intervención de Rusia en la elección presidencial: “Han espiado a americanos, han hackeado cuentas de instituciones y personas y le han dado esa información a WikiLeaks”, argumentando que 17 agencias de inteligencia norteamericanas confirmaban que el ataque venía de Rusia.

“¿Dudas de 17 agencias de inteligencia?”, lo confrontó Clinton. “Sí, dudo de ellas”, respondió impulsivo Trump.

Hillary se impuso a Trump, que anticipando una derota se negó a confirmar que aceptará el resultado

La ex secretaria de Estado le demandó entonces que condenara las acciones de Putin. Trump logró evadir el ataque: “Es un gran pivote de esto a que ella quiere fronteras abiertas”, respondió, insinuando que Clinton pretendía desviar la atención sobre el tema migratorio. Después insistió en que no conoce al presidente ruso, pero Putin lo respeta.

Dijo que no era el caso con Obama y Clinton, “a quienes ha superado a cada paso”. “En Siria, con los misiles, los rusos han dicho que no pueden creer que les hayan permitido hacer estas cosas. Han tomado el medio oriente”, agregó.

Encuesta. Según el trabajo de CNN/ORC, la candidata demócrata se impuso al republicano en el último debate presidencial por un amplio margen de 13 puntos, con un 52% contra un 39% de Trump. Fue sin embargo la mejor performance del magnate. En el primer debate sacó apenas un 27% contra 62% de Clinton y en el segundo un 34% contra un 57% de la demócrata.

“Claro”, replicó veloz Hillary, “porque prefiere tener una marioneta de presidente”. Y con eso bastó. Por primera vez la expresión de Trump se descompuso. Por fin Hillary asestó un buen gancho. “No es cierto, TÚ eres la marioneta”, respondió Trump, con todo el ingenio de un niño de seis años, edad en la que, por cierto, el candidato ha dicho que ya era la persona que es hoy.

Así de fácil fue. Hillary ya conoce los botones de Trump y uno a uno los fue presionando. El magnate logró contenerse, seguramente se preparó para todos los ataques, hasta que Hillary presionó de nuevo y Trump no pudo resistirse a morder el anzuelo.

La economía

Trump logró asestar buenos golpes a su contrincante, cuando tocó hablar de la economía. El republicano cuestionó el desempeño de Obama, calificándolo de desastroso, con un crecimiento del 1 por ciento. Trump explicó que su plan es reducir impuestos al sector más alto para estimular el crecimiento de la economía al estilo Reagan y traer (mágicamente) de vuelta las grandes fábricas a Estados Unidos.

“Déjame traducir”, reviró Clinton: “Va a advocar el recorte de impuestos más grande que hemos visto; el triple que Bush”. Clinton salió en defensa de Obama, recordando que heredó una de las peores crisis económicas en la historia, y no ha recibido el reconocimiento que merece: “Fue una recesión terrible, salimos del hoyo. Estamos de pie, pero no corriendo. Digo que invirtamos de abajo hacia arriba, no de arriba hacia abajo”.

Such a nasty woman (que mujer tan asquerosa), susurró Trump cuando Hillary le recordó que evadió impuestos por 18 años. Fue uno de los momentos más bajos de su intervención y volvió a alejar el voto femenino.

Cuando Clinton mencionó que Trump no había pagado impuestos en 18 años, éste respondió visiblemente irritado "Such a nasty woman" (que mujer tan asquerosa), en uno de los puntos más bajos de su intervención y volvió a alejar el voto femenino con su agresión.

Así, cuando lo confrontaron por el tema de las denuncias en su contra por acoso sexual, Trump dijo simplemente que todo era ficción, ataques orquestados por la propia Hillary y atacó a la demócrata al señalar que la Fundación Clinton ha recibido donaciones de regímenes cuestionables, como el de Arabia Saudita, quienes tienen una larga historia de opresión contra las mujeres. “Hubiera sido bueno que regresaran el dinero”, dijo, refiriéndose a una donación de 25 millones de dólares hecha por los saudíes.

La legitimidad de la elección

El tropiezo más grave de Trump llegó poco después, cuando el moderador Wallace le preguntó sobre la legitimidad de la elección. Desde hace semanas, a partir del desplome de sus números, Trump ha sugerido en repetidas ocasiones que la elección está arreglada.

Wallace mencionó que tanto Mike Pence, compañero de fórmula de Trump, y su hija Ivanka, han asegurado que respetarán el resultado de la elección, “Hoy quiero preguntarle aquí en este escenario, ¿hace usted el mismo compromiso de absolutamente respetar el resultado de esta elección?”

“Lo analizaré en su momento”, respondió Trump, y procedió a enlistar todas las supuestas irregularidades de la elección y volvió a quejarse de la cobertura negativa que recibió de los medios, mencionado específicamente al New York Times, al que acusó de corrupto.

“Y una cosa más. Ella no debería poder contender”, acusó, refiriéndose al caso delos emails de Clinton, que ya ha sido investigado y desestimado por el FBI. “Es culpable de un crimen muy, muy serio. Sólo en ese respecto, la elección está arreglada”.

Wallace le explicó entonces que el respeto al resultado electoral es una de las tradiciones de Estados Unidos: “No importa que tan duro se pelee una campaña, al final, el perdedor concede”, dijo. “¿Me está diciendo que usted no está preparado para comprometerse a ese principio?”, agregó Wallace.

Hillary se impuso a Trump, que anticipando una derota se negó a confirmar que aceptará el resultado

“Lo que estoy diciendo es que te diré en ese momento”, recalcó retador ante la insistencia de Wallace de una respuesta: “Te mantendré en suspenso, ¿okay?”, le contestó desafiante.

Al negarse a anticipar si reconocerá el resultado, Trump cruzó (otra) frontera del supuestamente inviolable proceso político estadounidense.

Con esa frase Donald Trump cruzó (otra) frontera supuestamente inviolable del proceso político estadounidense: la fe ciega en el sistema. Cuando Al Gore llevó a la Suprema Corte la elección de 2000, cuando perdió contra George W. Bush por un par de votos en Florida, lo hizo después de aceptar los resultados y acogerse al proceso legal.

Clinton aprovechó para reafirmar el punto: cada vez que algo no le gusta a Trump, denuncia que “está arreglado”. Las conclusiones del FBI sobre los emails de Hillary, “el FBI está arreglado”. Sus derrotas en las primarias de Iowa y Wisconsin, “estaban arregladas en su contra”. "Cuando demandaron a su fraudulenta Trump University, cuando The Apprentice perdió el Emmy tres años seguidos, siempre fue porque todo estaba arreglado en su contra", agregó.

“Así es como Donald piensa. Y es chistoso, pero también es preocupante”, remató. “Okay”, respondió molesto el magnate.

La Florida. Este estado se perfila una vez más como decisivo y allí la imagen de Hillary ha ido en ascenso desde que logró el apoyo y los fondos de la entidad que nuclea a las constructoras y que estaba generalmente alineada con los republicanos.

Los debates eran la gran chance del candidato republicano. Carismático, con gran velocidad de respuesta y una experiencia televisiva a cuestas, los antecedentes lo revelaban como un maestro de las formas que podía contrabalancear en una transmisión en vivo los puntos erráticos de su discurso.

Pero naufragó entre el mal gusto y el acartonamiento, con una muletilla de ideas elementales que nunca ganaron fuerza. No fue lo suficientemente audaz para seducir a indecisos ni tampoco a quienes nunca lo votarían. Solo consolidó su voto duro que hace días está en baja.

Sus asesores le recomendaron reforzar sus descripciones del presente estadounidense y esos tal vez fueron sus momentos más redituables: hablar de un país donde las fabricas cierran a causa dela globalización, donde se pagan demasiados impuestos federales y donde el nivel de vida de la clase media ha sufrido un marcado retroceso.

Clinton fue competente durante el encuentro, es innegable, y no es que este debate pudiera servirle a Trump para ganar la elección. A estas alturas, con Clinton a siete puntos de distancia, es un hecho que ya la perdió. Sin embargo, Trump pudo haber cerrado el ciclo de debates con más dignidad. Pudo haber abandonado el ring con credibilidad y con respeto; pudo haberse llevado todo eso para construir la locura que tenga preparada para los próximos años. Pudo haberse ido hacía el ocaso como el boxeador golpeado pero honorable, sin arrastrarse indigno por el lodo. Una vez más, fue su peor enemigo.

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