Marcos Peña brindó su informe en el Senado con tranquilidad: Gabriela Michetti le facilitó un salón para ubicar asesores de todos los ministerios e impidió el ingreso de periodistas y fotógrafos al recinto.

De esta manera, la prensa sólo pudo seguir la exposición por la transmisión oficial, disponible en la página de internet del Senado para quien lo desee.

Hace casi dos meses que por una obra están clausuradas las galerías del recinto, donde periodistas, fotógrafos e invitados especiales podían seguir las sesiones.

“Estas obras se hacen en el verano, cuando hay tres meses sin sesiones. No se puede sesionar entre andamios”, le recriminó Miguel Pichetto ese día, pero la vicepresidenta ni se inmutó.

Por el contario, sus asesores pronostican que las galerías seguirán clausuradas el resto del año, convirtiéndose en uno de los pocos cuerpos legislativos sin un hueco para periodistas, fotógrafos, asesores e invitados especiales.

Como paliativo, hasta la semana pasada la vicepresidenta permitía que el personal de seguridad hiciera ingresar sólo unos minutos a los fotógrafos. Los cronistas sólo podían mirar la sesión en la sala de prensa e invitados y asesores se acurrucaban en el salón Illía, donde suelen reunirse comisiones.

No conforme con esas restricciones, ante la visita de Peña Michetti fue más a fondo: reservó el salón Illía para el personal de la jefatura de Gabinete e impidió que fotógrafos ingresaran siquiera unos segundos al recinto, donde sólo capturaron imágenes empleados del Senado y de la jefatura de Gabinete.

El hecho no encuentra antecedentes en democracia y ni siquiera se atrevió a tanto Amado Boudou, en conflicto permanente con la prensa.

Cuando lo tomaron jugando al sudoku, el ex vice instruyó al personal de seguridad a ubicar a los fotógrafos de tal modo que no pudieran hacer foco en el estrado. Pero no les impidió volver a entrar al recinto como hizo su sucesora.

Desde que llegó, Michetti se mostró reacia a ver muchos periodistas en las sesiones: durante la apertura de sesiones ordinarias del 1 de marzo impidió que la mayoría de los cronistas ingresaran al recinto de la Cámara de Diputados. 

Por si fuera poco, la obsesión de Peña por el trabajo en equipo convirtió esta tarde el Salón Illia en un verdadero comando de campaña, con los “enlaces” de los ministerios en el Congreso sentados en mesas alargadas con sus laptop, a la espera de una consulta contrareloj. Ante cada duda, Peña les enviaba una consulta. Sin un periodista o fotógrafo que le viera la cara.